La homeopatía funciona con un principio básico: la memoria del agua que es capaz de guardar la información de una sustancia que es diluida hasta que prácticamente no queda nada. Las sustancias que se usan para hacer la homeopatía son principalmente plantas y extractos naturales aunque también hay sustancias de origen animal, mineral o químico.

La sustancia se diluye pero deja una huella energética que activa una determinada información en nuestro ADN humano. Nuestros cuerpos han sido diseñados por la más sofisticada ingeniería genética que contiene y reconoce información de procesos que activan diversos procesos de sanación. No somos un mero accidente evolutivo biológico de la naturaleza, fuimos creados por consciencias muy cercanas a la divinidad por un propósito espiritual de crecimiento.

Entonces, ¿realmente existe el libre albedrío? A pesar de que parece que no todo depende de nosotros, la realidad es que vienes a este mundo para aprender sobre las emociones humanas, y aunque llegas sin saberlo, puedes tomar infinidad de caminos y moldear tu vida de diversas maneras. Los aprendizajes espirituales planificados estarán presentes, pero con la libertad de pensamiento y sentimiento, una vez que entiendes y asimilas estas lecciones, puedes crear tu propia realidad. Esto es, en esencia, lo que implica el libre albedrío.

“Ese tipo de visión es una herramienta de las antiguas civilizaciones que desaparecieron hace mucho tiempo en la Tierra. Es un gran regalo que hoy en día existan humanos que aún la transmitan a otros. Esa visión tiene como objetivo ver más allá de lo que las capacidades “normales” del ser humano dictan. Sí, es un regalo de luz que se exponencia con la propia luz de quien la recibe. Por eso es importante que cada persona viva y resuene con el amor para que esa técnica llegue a su máximo potencial en ella. Una varita mágica no es nada sin la mano de un gran mago que la sostenga. Es lo mismo”