México ha regalado a la literatura universal grandes plumas. Cuento, ensayo, novela, poesía y crónica son algunos de los géneros en los que han destacado sus autores. Los ejemplos sobran. 

Sor Juana es la máxima representante de la literatura novohispana. Octavio Paz se llevó a casa el Premio Nobel de Literatura en 1990 y Elena Poniatowska el Cervantes en 2013. Carlos Fuentes y Rosario Castellanos tienen incluso sus propios galardones. Xavier Velasco se alzó con el Alfaguara, Guadalupe Nettel con el Herralde y Jorge Zepeda Patterson con el Planeta.

No solo los reconocimientos han contribuido a la grandeza de las letras nacionales. El realismo mágico, el boom latinoamericano, el modernismo y las vanguardias son algunos de los movimientos literarios que tuvieron extraordinarios representantes de la literatura mexicana. Y, por supuesto, el reconocimiento del público que los ha consagrado como grandes entre los grandes.

Muchas veces, su propio país es el escenario de las obras de los autores mexicanos. Juan Rulfo situó Pedro Páramo en el México rural y José Emilio Pacheco escribió un hermoso retrato de la Ciudad de México en la posguerra. Pero no siempre es así. Valeria Luiselli escribió –originalmente en inglés– un road trip de Nueva York a Arizona que le granjeó un lugar entre los finalistas del Booker en 2019. 

Algunos de los grandes autores de México ya no están entre nosotros –otros, afortunadamente, siguen tecleando día con día–, pero sus obras permanecerán para siempre. Es por ello que hemos decidido recopilar algunas de las grandes frases que han plasmado en sus textos. Esperamos que las disfrutes, te inspiren y te lleven a la reflexión. 

“Hombres necios que acusáis

a la mujer sin razón

sin ver que sois la ocasión

de lo mismo que culpáis”.
–Sor Juana Inés de la Cruz, Poemas de Sor Juana Inés de la Cruz

“Éstos solamente son los acontecimientos. Y los acontecimientos nunca son la historia. Ni siquiera los hechos son la historia. La historia es la corriente invisible que mueve todo en el fondo”. –Emiliano Monge, No contar todo

“A veces, de solo mirarte me dan ganas de creer en Dios”. –Ángeles Mastretta, Ninguna eternidad como la mía

“Tuna incandescente. Águila sin alas. Serpiente de estrellas. Aquí nos tocó. Qué le vamos a hacer. En la región más transparente del aire”. –Carlos Fuentes, La región más transparente

“La muerte no se reparte como si fuera un bien. Nadie anda en busca de tristezas”. –Juan Rulfo, Pedro Páramo

“Tal vez un día te sientas perdida, pero tienes que recordar que no lo estás, porque tú y yo vamos a volver a encontrarnos”. –Valeria Luiselli, Desierto sonoro

“¿Te gusta la comida italiana? Prefiero la rumana pero me sacrifico. Fuera del sarmale, nunca supe que los rumanos tuvieran una cocina famosa. Yo tampoco, estoy bromeando”. –Elmer Mendoza, Asesinato en el Parque Sinaloa

“La vida sería mucho más agradable si uno pudiera llevarse, a donde quiera que fuera, los sabores y olores de la casa materna”. –Laura Esquivel, Como agua para chocolate

“La convivencia es una de las aventuras más difíciles de sobrellevar. Si alguna vez se me olvida, mis vecinos están ahí para recordármelo.” –Guadalupe Nettel, La hija única

“El día del incendio conoció a una mujer que se maquillaba con cerillos”. –Juan Villoro, La tierra de la gran promesa

“Soy hombre de infinito amor propio, de lucha, de agallas, y precisamente por eso soy buen perdedor”. –Vicente Leñero, La vida que se va

“Yo lleno un veliz con blusas, faldas y hasta camisones y medias con las que me ha ido mal y lo regalo en el primer semáforo a cualquiera que encuentre”. –Elena Poniatowska, Paseo de la Reforma

“La intensidad de una pasión se mide por la soledad que la precede”. –Xavier Velasco, Diablo Guardián

“Todos somos hipócritas, no podemos vernos ni juzgarnos como vemos y juzgamos a los demás”. –José Emilio Pacheco, Las batallas en el desierto

“Lo necesario es caminar, caminar siempre, no estacionarse jamás”. –Mariano Azuela, Los de abajo