Homilías de cuatro minutos Podcast Por Joseph Pich arte de portada

Homilías de cuatro minutos

Homilías de cuatro minutos

De: Joseph Pich
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Homilías cortas del domingo© 2025 Homilías de cuatro minutos Cristianismo Espiritualidad Ministerio y Evangelismo
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  • 20 Domingo C Fuego he venido a traer
    Aug 16 2025

    Fuego he venido a traer a la tierra

    Hoy Jesús nos dice en el evangelio: “Fuego he venido a traer a la tierra, y ¿qué quiero sino que arda.” En la Biblia el fuego se utiliza como símbolo para describir el amor ardiente de Dios por nosotros. Ese amor divino es lo que hizo que la Palabra se hiciera hombre: tanto ha amado Dios al mundo que nos dio a su Hijo único. Jesús nos dio su vida por nosotros en la cruz: no hay mayor amor en el hombre, que dar su vida por sus amigos. Experimentamos su amor en la Eucaristía, cuando lo encontramos en el pan de vida. Santa Teresa de Jesús cuenta que una vez, cuando viajaba por España para comenzar un nuevo convento, durante el mes de enero, hacía mucho frio y estaba lloviendo. Ella estaba enferma, viajaba en una carreta, y los caminos estaban llenos de barro. Se quejó a Jesús. Este le respondió: Teresa, no te preocupes del frio. Yo soy el calor verdadero.

    De las tres virtudes teologales, solo la caridad permanece en la otra vida. La fe es la puerta, la esperanza nos empuja a entrar, pero es el amor lo que traemos con nosotros al otro lado. El amor permanece para siempre. Nuestro amor a Dios es una reflexión del amor que él tiene por nosotros. Cuando muramos, experimentaremos de lleno el fuego del amor de Dios. Aquí en la tierra no estamos preparados para disfrutarlo. Por eso Dios no suele aparecerse a las personas; sino desapareceríamos consumados por su fuego. Debemos transformarnos aquí en la tierra para poder confrontarlo, a través de la gracia y de nuestro esfuerzo personal. Benedicto XVI dice que el mismo amor de Dios, consume a las almas en el infierno, las purifica en el purgatorio, y las inflama en el cielo.

    Para que un fuego siga quemando y no se extinga, necesita ser atendido. Hay que echar leña constantemente. Lo mismo ocurre con el amor humano. Si no respetas a la otra persona, si la tomas sin consideración, la llama se puede extinguir. Para mantener el amor, hay que echar al fuego cada día un poco de nuestro egoísmo, de nuestro orgullo, de nuestra vanidad, de nuestra sensualidad. Nuestro amor a Dios tiene que crecer, y pasar de una pequeña llama a un fuego que arde el bosque, que quema todo lo que encuentra a su paso. Jesús causa contradicción por donde pasa. No nos podemos quedar indiferentes a su paso. El fuego de su amor es infinito, poderoso, incontenible, y se extiende a todo lo que toca. Eso es lo que han hecho los santos: inflamar a los demás con el amor divino.

    La Biblia nos recuerda que Dios es Amor. Él nos ha amado primero. Él es la causa de que estemos aquí. Quiere que le amemos, que le correspondamos a su amor por nosotros. Nos quiere a cada uno de nosotros personalmente. Somos únicos para él. No se olvida de nosotros. Nunca ha dejado de querernos. Su amor es incondicional. Y todo eso porque nos ha creado.

    El Cura de Ars decía que para ser santo uno tiene que ser medio loco. San Josemaría decía de sí mismo que era un loco por el amor a Dios. Los parientes de Jesús le tomaron por loco. En el día de Pentecostés, la gente pensó que los apóstoles estaban borrachos, después de estar llenos del Espíritu Santo. A san Francisco le llamaban el loco de Asís. Cuanto más santo seas, más gente pensará que tendrían que meterte en un manicomio. Dios está loco por nosotros. Vamos a pensar que podemos hacer para que nuestro amor de Dios aumente. Si estamos fríos, nuestra Madre Santa María puede soplar las brasas de nuestro amor.

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  • La Asunción de la Virgen
    Aug 12 2025

    La Asunción de la Virgen

    Hoy es un día de alegría, un día de celebración, una inmensa fiesta de bienvenida en el cielo. Por fin Jesús trae a su madre con él, cuerpo y alma al cielo. Durante su Ascensión, Jesús subió con su propio poder. Hoy le deja sus cohetes a su madre, para estar juntos para siempre. Jesús no podía esperar más. La quiere tanto, que mientras estábamos despistados, se la llevó consigo. Lo entendemos y le pedimos a Jesús que nos ayude a amar cada día más a nuestras propias madres, hasta que un día podamos estar juntos con ellas en el cielo.

    La Asunción de nuestra Madre es el último dogma mariano aprobado por la Iglesia, quizás porque es el último capítulo de su vida en la tierra. Pio XII definió solemnemente esta verdad en 1950: “la Inmaculada Madre de Dios, siempre Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue asunta en cuerpo y alma a la gloria celestial.” Consiguió en esta frase, mencionar los otros tres dogmas marianos, su Maternidad, Virginidad y Concepción Inmaculada. Sudáfrica fue el primer país que declaró a nuestra Señora de la Asunción como patrona de esta tierra. La primera catedral construida en la Ciudad del Cabo está dedicada a la huida de la sagrada familia a Egipto, recordando cuando Jesús niño vino a África. A la fiesta de hoy la podemos llamar la huida al cielo, o la vuelta de María a su casa celestial.

    Hoy es un día de inmensa alegría en el cielo; sin embargo, para nosotros es un día un poco triste. Echamos de menos su presencia corporal. Nos hubiera gustado que Jesús nos hubiera dejado a su madre con nosotros en la tierra. Sabemos que Jesús está con nosotros en la Eucaristía y podemos decir que ella está con él haciéndole compañía. Ella nos recuerda su presencia cuando estamos distraídos. La echamos de menos porque ella es nuestra madre. Estamos orgullosos de ella. Tenemos dos madres, una terrenal y otra celestial. Las necesitamos las dos, una para nuestra vida natural y la otra para nuestra vida espiritual.

    Dios quería a su madre con él, al mismo tiempo como Virgen y como Madre. Sólo ella puede ser ambas cosas al mismo tiempo, y así santificar ambos estados en la vida, y darnos ejemplo de casada y célibe. Hoy en día, los dos estados, virginidad y maternidad, son despreciados, ridiculizados y deconstruidos. Nuestra sociedad presenta una idea negativa de ellos. Van juntos, para bien o para mal. Cuando alabamos la maternidad, la virginidad brilla. Y, al contrario, cuando una es denigrada, la otra se hunde.

    Nuestra Madre nos espera en el cielo. Jesús se fue a preparar un lugar para todos nosotros y María como buena madre se fue a comprobarlo. Madres saben lo que les gusta a sus hijos, que clase de colores, música y ambiente. Podemos aprovechar esta fiesta para fijar nuestros ojos en el cielo, fomentar la virtud de la esperanza, intentar acompañarla. Es peligroso el haber visto el cielo. Santos que han estado allí no quieren volver. Ambos, Jesús y su Madre, vendrán a recogernos un día, y llevarnos al lugar preparado para nosotros.

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  • 19 Domingo C Esperando al Señor
    Aug 4 2025

    Esperando al Señor que viene

    “Tened ceñidas vuestras cinturas y encendidas las lámparas”, nos dice Jesús en el evangelio de hoy. Ahora diríamos: Abrochaos el cinturón de seguridad y encended el motor del coche. Estás son las dos actitudes que nos pide el evangelio. Primero, estar dispuestos para el viaje, y luego encended las luces exteriores, para dar bienvenida al huésped que viene. Es la misma expresión de la parábola de las vírgenes necias: viene el esposo, salid a su encuentro. Olvídate de ti mismo y dale la bienvenida. Primero nos ha creado, un diamante bruto, y espera que con el tiempo nos transformemos en una piedra preciosa. Ahora viene en nuestra búsqueda. Esa es la actitud que deberíamos tener: esperar al Señor que viene.

    No nos gusta esperar. Queremos las cosas aquí y ahora. Comprar online. Que nos las traigan los drones. No nos gusta esperar a Jesús toda nuestra vida. Nos gusta controlar todo, planear nuestro futuro, prevenir situaciones inesperadas. Nos gustaría saber cuándo viene Jesús a buscarnos. Hoy el evangelio nos dice que viene el día menos pensado, a una hora imprevista. Es fácil estar dispuestos por unos días, o por una semana; pero es difícil cada día. Cuando somos jóvenes y cuando somos viejos, cuando tenemos salud y cuando estamos enfermos, cuando el sol alumbra y cuando hay tormenta.

    Esperar no significa tener una actitud pasiva. Al contrario, requiere una disposición activa, estar de pie, escuchando, mirando hacia el horizonte. Significa examinar nuestra conciencia, para ver si tenemos listo el equipaje, descubrir lo que nos falta, o lo que nos hemos olvidado. Demanda afinar nuestro motor, pulir el chasis, renunciar al equipaje que nos sobra, ver que los faros funcionan, sacar afuera la basura, y traer suficiente comida para el viaje. Es una práctica cotidiana, para estar preparados, para seguirlo y estar conscientes de su presencia.

    Cuando Jesús venga, nos tiene que encontrar caminando hacia él, nuestros ojos fijos en el horizonte, en la eternidad, para poder ver su faz. Dispuestos a abrirle la puerta, porque el pomo está en nuestro lado. Puede golpear nuestra puerta en cualquier momento, y no debería encontrarnos durmiendo o distraídos con cualquier cosa. No podemos perder nuestro tiempo viendo películas, escuchando música, jugando video juegos, mirando los medios sociales o leyendo noticias.

    Dos consejos prácticos para estar dispuestos: primero, examinar nuestra conciencia, para saber en qué tenemos que luchar, para mejorar cada día un poco. Deberíamos preguntar al Señor, que quiere que hagamos hoy. Segundo ser pacientes. Lleva mucho tiempo crecer, madurar, avanzar en la vida interior. Pasito a pasito, uno detrás del otro. Dios es muy paciente con nosotros. No sabemos cuándo vendrá, pero todavía tenemos tiempo. Si estamos preparados, lo veremos llegar, como la gente santa, que saben cuándo van a morir, porque lo desean.

    josephpich@gmail.com

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