Episodios

  • «¡Primero Dios!»
    May 3 2025
    «Primero Dios», dicen frecuentemente los buenos mexicanos. Prácticamente fue lo mismo que contestaron los apóstoles cuando el sumo sacerdote los interrogó diciendo: «¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ese?». San Pedro y los apóstoles le replicaron: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres». No olvidemos nunca que en nuestra vida tenemos muchas cosas que hacer, pero el primero es siempre Dios. Hechos de los apóstoles Nos cuenta este libro del Nuevo Testamento que metieron a los apóstoles en la cárcel pretendiendo escarmentarlos para que nos hablaran de Jesús a la gente. Durante la noche el Señor les abrió las puertas de la cárcel, con el mandato de salir a evangelizar como siempre, en el templo de Jerusalén. El sumo sacerdote los interrogó: «¿No os habíamos prohibido formalmente enseñar en nombre de ese?». La respuesta de Pedro y los apóstoles que estaban con él fue: «Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres». Y aprovecharon para evangelizar al mismo sumo sacerdote: «El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús a quien vosotros matasteis colgándolo del madero». De esta manera tuvieron que dejarlos libres y aprovecharon una vez más para repetirles la misma prohibición que nunca obedecieron. Era su convicción y su fe. Ojalá que nuestra fe esté firme creyendo que Jesucristo es Dios. Salmo 29 Un salmo para alabar a Dios. Muy apropiado para este día en que los apóstoles vivieron la libertad que les dio el Señor: «Te ensalzaré, Señor, porque me has librado y no has dejado que mis enemigos se rían de mí. Dad gracias a su nombre santo… Escucha, Señor y ten piedad de mí. Socórreme, Dios mío. Te daré gracias siempre». Apocalipsis San Juan evangelista nos cuenta la visión que tuvo: «Millares y millones de ángeles alrededor del trono de Dios cantaban con voz potente: “Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza”». El evangelista y apóstol continúa glorificando a Jesucristo que merece la alabanza de todos los pueblos, precisamente por su muerte y resurrección que estamos celebrando en este tiempo de Pascua. Verso aleluyático No olvidemos que estamos en tiempo pascual y por eso la liturgia, mientras repite gozosa la palabra «Aleluya», exclama: «Ha resucitado Cristo que creó todas las cosas y se compadeció del género humano». Evangelio El evangelio de hoy, como estamos en el tiempo de Pascua, nos invita a meditar, aunque ya lo ha hecho anteriormente, en los últimos párrafos del evangelio de San Juan: «Simón Pedro les dice a sus compañeros: “Me voy a pescar”. Ellos contestaron: “Vamos también nosotros contigo”». Toda la noche quisieron pescar, pero los peces al parecer habían desaparecido. Desde la orilla, Jesús, desconocido para ellos, les preguntó: «¿Muchachos, tenéis pescado?». Ante su respuesta negativa, aquel desconocido que era Jesús dijo: «Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis». A pesar de que todos ellos eran pescadores y conocían muy bien el lago de Tiberíades, echaron la red por obedecer y ¡zas!, no tenían fuerzas para sacar la red por la multitud de peces que brincaban en ella. Ante esta maravilla, Juan dijo: «¡Es el Señor!». Pedro se echó al agua. Cuando Jesús les mandó sacar algunos peces recién pescados, fue Pedro el que en un gesto simbólico cogió él solo la red con ciento cincuenta pescados grandes y la arrastró hasta la orilla. Después de esto, ellos, que habían visto el fuego calentando pan y pescado, comieron gozosos estando seguros de la presencia de Jesús. José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista
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  • Domingo de la Divina Misericordia - Segundo Domingo de Pascua
    Apr 26 2025
    Quizá nos extraña que en la Octava misma de Pascua se hable de la misericordia de Dios; incluso que se haya convertido en el Domingo de la Divina Misericordia. Debemos tener la certeza de que del sacrificio profundo del hombre-Dios, Jesucristo, ha brotado la alegría auténtica de la misericordia. Eso recordamos hoy. Los clavos, las espinas, la cruz han producido la salvación y la alegría más grande para toda la humanidad. Hechos de los apóstoles Es muy importante recordar que la promesa de Jesús se cumplió en la vida de los apóstoles, que hicieron milagros incluso más grandes que los que hizo Él. Interesante leer: «La gente sacaba los enfermos a la calle y los ponían en catres y camillas para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos cayera sobre alguno». No es de extrañar que en poco tiempo se multiplicaran los discípulos de Jesús. Salmo 117 El salmista resalta la misericordia de Dios: «Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia». Al contacto con Jesús descubrimos misericordia para todos y siempre. Todo el que busca a Dios lo encuentra y goza de su misericordia, con tal de que lo busque con sinceridad y arrepentimiento. Apocalipsis El último de los libros de la Biblia recoge hoy estas palabras del apóstol san Juan: «Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la constancia en Jesús, estaba desterrado en la isla de Patmos… Un domingo caí en éxtasis y oí a mi espalda una voz potente que decía: “lo que veas escríbelo en un libro y envíaselo a las siete iglesias de Asia”». Juan nos cuenta su visión de los siete candelabros de oro y en medio de ellos una figura humana, «vestida de larga túnica con un cinturón de oro a la altura del pecho». Después de un momento difícil, cuenta: «Él puso la mano derecha sobre mí y dijo: “No temas, yo soy el primero y el último. Yo soy el que viene. Estaba muerto y ya ves que vivo por los siglos de los siglos y tengo las llaves de la muerte y del abismo». Verso aleluyático Son las palabras llenas de misericordia que Jesús dijo a Tomás: «¿Porque me has visto, Tomás, has creído? Dichosos los que crean sin haber visto». Evangelio Nos cuenta cómo Jesús se apareció a los apóstoles reunidos en el cenáculo y cuando se lo contaron a Tomás: «Hemos visto al Señor», él contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos. Si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo». Así se hizo de valiente el apóstol. A los ocho días Jesús llegó a llamar directamente a Tomás y le dijo: «Trae tus dedos, aquí tienes mis manos. Trae tu mano y métela en mi costado y no seas incrédulo sino creyente». Tomas, humillado reconoce y hace el gran acto de fe: «¡Señor mío y Dios mío!». En aquel momento Jesús alabó la fe de los que creemos en Él, aunque nunca lo hemos visto, diciendo: «¿Por qué me has visto has creído? Dichosos los que crean sin haber visto». Jesús nos ofrece a todos su Divina Misericordia porque creemos en Él, aunque no lo hemos visto. De esta manera nos asegura Jesús que, aún a la distancia, nosotros lo encontraremos siempre en la Eucaristía y además se hará presente en los pobres, en los más humildes y necesitados. José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista Reflexión homilética 27.04.2025 DOMINGO DE LA DIVINA MISERICORDIA Segundo domingo de Pascua Quizá nos extraña que en la Octava misma de Pascua se hable de la misericordia de Dios; incluso que se haya convertido en el Domingo de la Divina Misericordia. Debemos tener la certeza de que del sacrificio profundo del hombre-Dios, Jesucristo, ha brotado la alegría auténtica de la misericordia. Eso recordamos hoy. Los clavos, las espinas, la cruz han producido la salvación y la alegría más grande para toda la humanidad. Hechos de los apóstoles Es muy importante recordar que la promesa de Jesús se cumplió en la vida de los apóstoles, que hicieron milagros incluso más grandes que los que hizo Él. Interesante leer: «La gente sacaba los enfermos a la calle y los ponían en catres y camillas para que, al pasar Pedro, su sombra, por lo menos cayera sobre alguno». No es de extrañar que en poco tiempo se multiplicaran los discípulos de Jesús. Salmo 117 El salmista resalta la misericordia de Dios: «Diga la casa de Israel: eterna es su misericordia. Diga la casa de Aarón: eterna es su misericordia. Digan los fieles del Señor: eterna es su misericordia». Al contacto con Jesús descubrimos misericordia para todos y siempre. Todo el que busca a Dios lo encuentra y goza de su misericordia, con tal de que lo busque con sinceridad y arrepentimiento. Apocalipsis El último de los libros de la Biblia recoge hoy estas palabras del apóstol san Juan: «Yo, Juan, vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la constancia ...
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  • Mi «Amigo» Resucitó
    Apr 19 2025
    El saludo pascual de la liturgia dice así: «He resucitado y aún estoy contigo». Así saludó el Amigo que ha cumplido todo lo que dijo: «Todo está cumplido». Con alegría, rebosando de gozo pascual, celebramos el triunfo maravilloso de Jesús, Dios y hombre verdadero. Carta a los hebreos San Pedro, confirmado como el primero de los apóstoles por Jesús, tomando la palabra, dijo: «Conocéis lo que sucedió en el país de los judíos cuando Juan predicaba el bautismo, aunque la cosa comenzó en Galilea. Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo», que hizo mucho bien con sus milagros ante el pueblo. Pedro se reconoce como testigo de lo que hizo Jesús en Judea y en Jerusalén. Y después de hacer mucho bien a todos, «lo mataron colgándolo de un madero, pero Dios lo resucitó». Todo esto sucedió al tercer día «y nosotros, que hemos comido con Él, somos testigos de esta resurrección». No olvidemos que cuando Jesús asciende al cielo, encarga a todos (los bautizados) a proclamar el Evangelio por el mundo entero. Salmo 117 La Iglesia, llena de alegría. repite: «Este es el día en que actuó el Señor». Es el día más importante que da sentido a toda la pasión y muerte de Jesús que hemos celebrado los días anteriores. Por eso: «¡Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia!». San Pablo El apóstol celebra la resurrección de Jesús con estas palabras, para nuestra meditación: «Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba donde está Cristo sentado a la derecha de Dios». Secuencia Se trata de un hermoso himno que se canta después de la segunda lectura, y que empieza con las siguientes palabras: «Ofrezcan los cristianos ofrendas de alabanza, a gloria de la víctima propicia de la Pascua… (y termina diciendo:) Rey vencedor apiádate de la miseria humana y da a tus fieles parte en tu victoria santa…». Verso aleluyático Por fin la liturgia vuelve a su canto de alabanza y glorificación al Dios bueno que ha tenido a bien redimirnos con tanto dolor, un dolor que se ha vuelto misericordia y felicidad para todos: «¡Aleluya! Ha sido inmolada nuestra víctima pascual, Cristo. Celebremos la Pascua en el Señor. ¡Aleluya!». Evangelio Nos cuenta San Juan que el primer día de la semana fue María con las otras mujeres a embalsamar el cuerpo de Jesús. María Magdalena, siempre inquieta, miró por todas partes. No vio el cuerpo en el sepulcro y desesperadamente, sin pensar en la posible resurrección de que Jesús había hablado, dijo a los apóstoles Juan y Pedro: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto». Pedro y Juan fueron corriendo al sepulcro. Primero entró Pedro y luego entró Juan. Y este apóstol dice de sí mismo: «Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro. Vio y creyó». El mismo Juan atestigua que no había creído a Jesús que había predicho tantas veces su resurrección al tercer día. Nosotros también en esta Pascua de Jesús Resucitado celebremos el triunfo de Él y, al mismo tiempo, nuestra propia victoria porque su resurrección del sepulcro ha sido para nosotros, para que después de nuestra vida participemos en su resurrección gloriosa. Con la liturgia terminemos pidiendo que «seamos renovados por el Espíritu Santo para resucitar en el reino de la luz y de la vida. Aleluya». ¡Feliz Pascua de Resurrección para todos! ¡Con fe profunda hagamos nuestra la resurrección de Jesucristo! José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista
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  • Cuando me levanten en alto, atraeré a todos
    Apr 12 2025
    Con el Domingo de Ramos ingresamos a lo que la liturgia llama la Semana Santa o Semana Mayor. El motivo es que durante estos días meditaremos en los grandes misterios de nuestra salvación: la Eucaristía (Jueves Santo), la entrega y muerte de Jesús en la Cruz (Viernes Santo) y la gran ceremonia de la Resurrección del Señor en la Vigilia Pascual (Sábado en la noche). + En este Domingo de Ramos meditaremos, sobre todo, la lectura de la Pasión de nuestro Señor Jesucristo, según San Lucas. Meditemos, ojalá, en familia esta lectura muy importante para nosotros. La Pasión del Señor según San Lucas Meditamos algunos puntos que nos pueden ayudar en nuestra meditación. I. Institución de la Eucaristía «He deseado enormemente comer esta comida pascual con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no volveré a comer, hasta que se cumpla en el Reino de Dios». Jesús entrega su cuerpo y su sangre como un milagro de su divinidad para que los suyos, comiendo el cuerpo de su Maestro, lleguen a identificarse con Él por medio de la gracia de este gran sacramento. Es una pena que los hombres no seamos capaces de descubrir el amor infinito de Jesús en este sacramento. II. En el Huerto de los Olivos Jesús, según su costumbre, va al Monte de los Olivos y los apóstoles lo acompañan. Jesús hace la gran oración de identificación de su voluntad con la del Padre Dios, y en el dolor que siente busca el consuelo de sus discípulos que están, de hecho, dormidos, amodorrados, por la pena que sienten por el sufrimiento de su Maestro. Aprendamos de Él la gran lección: «Velad y orad para no caer en la tentación». Jesús continúa su oración y los suyos siguen durmiendo… Aprendamos la oración de Jesús en medio de tanto dolor como tiene que soportar. III. El prendimiento Dirigidos por uno de los apóstoles, Judas Iscariote, un pelotón llega a prender a Jesús. Él se deja, mientras los suyos hacen un pequeño ademán de defenderlo. Jesús se entrega diciendo: «¿Habéis salido con espadas y palos como a caza de un bandido? A diario estaba en el templo con vosotros y no me echasteis mano. Pero esta es vuestra hora y el poder de las tinieblas». Lo prendieron y ataron y llevaron a casa del sumo sacerdote. IV. Azotado y coronado de espinas Aprovechando la soldadesca un rato que tienen libre, se burlan de Jesús mientras le pegan: «Haz de profeta: ¿quién te ha pegado?» (porque tenía Jesús los ojos cubiertos). Se burlan despiadadamente de Él y frente al Sanedrín quieren completar la sentencia haciéndole confesar para poder acusarlo: «“Si tú eres el Mesías, dínoslo”. Jesús contestó: “Si os lo digo no lo vais a creer y si lo pregunto, no me vais a responder”. Desde ahora el Hijo del hombre estará sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso». Este será el motivo fundamental para que aquellos lo condenen. No pueden oír que aquel hombre maniatado afirme, con tanta valentía, que Él es Dios. Tampoco admiten que sea el «Rey de los judíos». Sin embargo, con esto presionaron a Pilato para que, sin motivo real, lo condene a la muerte de cruz. V. En el Calvario Jesús, camino del Calvario, es seguido por un «gran gentío del pueblo y de mujeres que se daban golpes y lanzaban lamentos por Él». Llegado al Calvario, crucificaron a Jesús y su palabra estremeció a los oyentes: «Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen». Poco después se oyó a Jesús que respondía al «buen ladrón»: «Hoy estarás conmigo en el paraíso». «Se oscureció el sol, el velo del templo se rasgó por medio y Jesús, clamando con voz fuerte, dijo: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”. Y dicho esto, expiró». No nos queda más que decir, amigos, solo meditar, adorar y agradecer. Este Jesús, Dios y hombre verdadero, es nuestro Redentor y dio su vida para que nosotros tengamos vida eterna. «Cristo, por nosotros, se sometió incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el “Nombre-sobre-todo-nombre”».
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  • ¿Pecadores?, sí, pero arrepentidos
    Apr 5 2025
    Jesucristo ha muerto por todos, pero nunca debemos olvidar que para personalizar sus méritos debemos poner los medios que Él nos alcanzó. Entre estos medios, el más importante para poder entrar en la Iglesia de Jesús, tenemos el sacramento del Bautismo y la reconciliación (confesión). Isaías El profeta recuerda al pueblo de Israel el pasado maravilloso cuando Dios lo liberó de la esclavitud de Egipto y, encontrando la libertad a través del desierto, llegaron a la tierra prometida. Estos momentos de «la memoria de Israel» nos hablan de la necesidad que tenemos todos los pueblos para recordar los grandes momentos de nuestra historia, no con imaginación y mentira, sino según la verdad histórica. De esta manera, Israel se gozará siempre en la salida de Egipto como un regalo que Dios les hizo para que pudieran llegar a la tierra prometida. Salmo 125 El salmista reconoce la grandeza y predilección de Dios para con el pueblo de Israel. Quizá todo se resume en estas palabras de la respuesta: «El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres». En el resto del salmo, nos cuenta el salmista, el paso del pueblo de Dios de la opresión y persecución en tierra extranjera al regreso cantando, trayendo la felicidad de las gavillas maduras. San Pablo El apóstol, en su carta a los filipenses, nos cuenta su conversión para pasar del Antiguo Testamento a la experiencia personal con Jesús, hasta tal punto que llega a decir: «Todo lo estimo pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor». Pablo reconoce que no ha llegado a la perfección y que toda la vida seguirá corriendo a ver si la obtiene, pues, está seguro de que Jesús obtuvo la misericordia para él personalmente y nos propone su propio camino para hacerlo nuestro: «Olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome a lo que está por delante, corro hacia la meta para ganar el premio al que Dios, desde arriba, llama en Cristo Jesús». Versículo antes del Evangelio Escuchemos y meditemos el oráculo del profeta Joel que nos dice: «Convertíos a mí de todo corazón porque soy compasivo y misericordioso». Esto lo va a demostrar sobre todo el Evangelio de la acogida de Jesús a la gran pecadora. Evangelio Jesús se presenta en el templo y todos acudían a Él para escuchar sus enseñanzas. En uno de estos momentos, los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio. La colocan en medio y le dicen: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras. Tú, ¿qué dices?». Había mucha maldad en aquellos corazones que lo que buscaban era motivos para condenar a Jesús. Como insisten en la pregunta, Jesús los mira, uno por uno, y añade: «El que esté sin pecado que le tire la primera piedra». Y como desentendiéndose del todo, escribía en la arena. Viéndolo inclinado sobre el suelo, «se fueron escabullendo, uno a uno, empezando por los más viejos». Jesús, al ver que todos se van, pregunta a la mujer: «Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Ninguno te ha condenado?». La mujer, avergonzada, contestó: «Ninguno, Señor». La misericordia de Jesús no pudo ser más grande para con esta pecadora: «Tampoco yo te condeno. Anda y en adelante no peques más». Así es de maravillosa la misericordia. Siempre perdona, sí, pero advierte que es preciso esforzarse para no volver a caer en el pecado.
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  • La alegría que trae La Misericordia
    Mar 29 2025
    Este domingo IV de cuaresma se llama «laetare»; es decir, «alégrense». En este día el celebrante puede utilizar ornamentos de color rosado, porque como verá el lector, estamos con lecturas que invitan a la alegría. Josué Narra la alegría de Israel porque ha salido de Egipto, es decir, de la esclavitud y opresión. Y por primera vez celebran con extrema alegría la fiesta de la Pascua. Lo maravilloso fue que, «al día siguiente de la Pascua, ese mismo día, comieron el fruto de la tierra: panes ázimos y espigas fritas». A continuación, explica Josué que ese mismo día que pudieron comer los frutos de la tierra, dejó de caer el maná con que Dios los alimentaba. El pueblo vivía la alegría de la libertad y comía los alimentos que podían cosechar ellos mismos. Salmo 33 El salmista canta la alegría que le viene de Dios y que cada uno de nosotros debemos mantener, aprovechando su divina misericordia: «Gustad y ved qué bueno es el Señor… Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca… Proclamad conmigo la grandeza del Señor, ensalcemos juntos su nombre». San Pablo El apóstol se dirige a los corintios y hace una invitación, que en esta cuaresma debemos tener en cuenta todos nosotros: «En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios». De esta manera la liturgia quiere que, en este día especial, IV domingo de cuaresma, meditemos por qué debemos reconciliarnos con Dios. El Padre sacrificó a su Hijo y nos lo dice San Pablo con estas palabras que invitan a reflexionar en profundidad: «Al que no había pecado, Dios lo hizo expiación por nuestro pecado para que nosotros, unidos a Él, recibamos la justificación de Dios». Versículo evangélico Exalta el momento de conversión del hijo pródigo recordando la ternura del padre: «Me pondré en camino a donde está mi padre y le diré: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti”». Con estas palabras quiere la liturgia que nosotros nos movamos a pedir misericordia al Padre Dios que es pura bondad. Evangelio El evangelio de San Lucas se presta a una profunda y larga meditación que les invito a hacer a cada uno de ustedes de una manera personal: El hijo menor, de los dos que tenía el padre, pide su herencia y recoge todo lo suyo y se va a un país lejano, que el evangelista nos da a conocer con el detalle de que ahí había abundancia de puercos, cosa prohibida en Israel. Malgasta su dinero y pronto se le acaba. Coincide con un hambre grande que azota aquella región y este hijo, de un señor importante, se ve obligado a buscar un trabajo para subsistir: el más humillante para un israelita, cuidar cerdos. Es entonces cuando le viene la imagen de lo felices que viven su padre, hermano y trabajadores en su casa. Y en su corazón surgen esas palabras conocidas por todos. Con profunda humildad reconoce: «Cuántos jornaleros de mi padre tienen abundancia de pan mientras yo aquí me muero de hambre». Esta miseria en la que vive le hace retomar el camino de vuelta a su casa. Él tiene su discurso preparado, pero su anciano padre, cuando lo ve venir, sale corriendo a su encuentro y «se le echó al cuello y se puso a besarlo». El pródigo pide perdón a su manera y el padre empieza una fiesta. La parábola habla también del hermano mayor que no acepta el regreso de su hermano y al que su padre tiene que salir a buscar y convencerlo: «Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo; debieras alegrarte porque este hermano tuyo estaba muerto y lo hemos encontrado…». Hasta ahí llega la misericordia de Dios que no solamente acoge al pecador, sino que también acoge al envidioso que no comprende el corazón misericordioso de su Padre. Que este domingo nos ayude a todos a reconocer y agradecer la misericordia del Señor que siempre está pronto a acogernos si volvemos a Él arrepentidos. José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista.
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  • Cuiden la Higuera
    Mar 22 2025
    La idea centra que la liturgia nos ofrece en este domingo la encontramos en el Evangelio, según el cual el dueño de un gran viñedo sembró en medio una higuera para gozar de su fruto. Éxodo Un día que Moisés salió más animado fuera del territorio en el que podían pastar sus ovejas, ingresó en un terreno nuevo, más allá del desierto, y oyó una voz del Señor que decía: «Quítate las sandalias de los pies pues el sitio que pisas es terreno sagrado». Entonces Dios se presentó a él con estas palabras: «Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob». Moisés tuvo miedo de ver a Dios, pero el Señor prosiguió: «He visto la opresión de mi pueblo… He oído sus quejas… Voy a bajar a librarlos de los egipcios y llevarlos a una tierra fértil que mana leche y miel…». Comprendiendo que se refería a él, Moisés pregunta: «Yo iré a los israelitas y les diré: el Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntan cómo se llama, ¿qué les responderé?». Esta es la maravillosa respuesta del Señor: «”Soy el que soy”. Esto dirás a los israelitas: “Yo soy me envía a vosotros… Este es mi nombre para siempre. Así me llamaréis de generación en generación”». De esta manera, a través de Moisés, el pueblo aprendió el nombre y el respeto profundo a su Creador. Salmo 102 El salmista nos habla de la compasión y misericordia de Dios, tan importante siempre y especialmente en este tiempo de cuaresma: «El Señor es compasivo y misericordioso». A continuación, invita a bendecir al Señor y alabarlo, afirmando: «Él perdona todas tus culpas y cura todas tus enfermedades. Él rescata tu vida de la fosa y te colma de gracia y ternura. El Señor es lento a la ira y rico en clemencia». San Pablo Habla a los corintios de cómo todos los israelitas se beneficiaron de los dones de Dios, pero «la mayoría de ellos no agradaron a Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto». Y luego, añade: «Estas cosas sucedieron en figura para nosotros para que no codiciemos el mal como lo hicieron aquellos». «Todo esto les sucedía como un ejemplo y fue escrito para escarmiento nuestro». Versículo evangélico Es una invitación de la liturgia para que aprovechemos el tiempo cuaresmal a fin de alcanzar la verdadera conversión: «Convertíos porque está cerca el reino de los cielos». Esto que debemos tener siempre presente a fin de convertirnos, lo va a repetir de una manera muy especial la liturgia en este tiempo de cuaresma. Evangelio Después de recalcar a sus oyentes que los muertos por accidente no eran más pecadores que los que quedaron sanos, Jesús termina con una parábola importante: «Uno tenía una higuera plantada en su viña y fue a buscar fruto en ella, pero no lo encontró. Dijo al viñador: “Llevo tres años viniendo a buscar fruto en esta higuera y no lo encuentro. Córtala, ¿para qué va a ocupar terreno en balde?”». Pero el viñador, que se había sacrificado y tomó cariño a la higuera, pidió al dueño: «Déjala todavía este año. Yo cabaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto, si no la cortas». Creo que todos entendemos la lección de la liturgia cuaresmal: Dios nos da un tiempo para la conversión y tenemos que aprovecharlo para llegar, al fin de la cuaresma, al encuentro del Resucitado, con un corazón sin mancha y frutos abundantes. José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista
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  • ¡Escúchenlo!
    Mar 15 2025
    Yo no sé porqué en las grandes oportunidades del encuentro de Jesús con los apóstoles, en el Tabor y en Getsemaní, estaban ellos muertos de sueño: + «Pedro y sus compañeros se caían de sueño» (Lc 9,32). + «Y volvió a los discípulos y los encontró dormidos. De nuevo se apartó por segunda vez… Y viniendo otra vez los encontró dormidos porque sus ojos se cerraban de sueño» (Mt 26,40.43). Génesis Nos narra el momento en que Dios hace alianza con Abraham: «Mira el cielo. Cuenta las estrellas si puedes… Así será tu descendencia». Luego vemos cómo «cuando iba a ponerse el sol un sueño profundo invadió a Abraham… Cuando llegó la oscuridad… una humareda de horno y una antorcha ardiendo pasaban entre los miembros descuartizados. Y dijo Dios: “A tus descendientes les daré esta tierra, desde el río de Egipto al gran río Eufrates”». Frecuentemente en la Escritura vemos que Dios se autodenomina «luz». Salmo 26 Precisamente este salmo nos dice: «El Señor es mi luz y mi salvación… Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro… Y siento en mi corazón la voz de Dios que me repite: “Buscad mi rostro”. Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro». San Pablo Enseña, en la carta a los filipenses, que «somos ciudadanos del cielo de donde aguardamos un Salvador, el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo humilde según el modelo de su cuerpo glorioso». De esta manera el gran apóstol San Pablo nos recuerda la transfiguración del Señor que reflejaremos en nuestro cuerpo humilde, cuando sea glorificado. Versículo evangélico En el versículo que sigue a la carta de Pablo tenemos el resumen del Evangelio de este día: «En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre: “Este es mi Hijo, el amado, escuchadlo”». Tengamos siempre presentes las palabras de Jesús en el Evangelio, según pide el Padre Dios. Evangelio Nos cuenta San Lucas la Transfiguración del Señor. Jesús, con Pedro, Juan y Santiago, sube a lo alto de la montaña para orar. «Mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos». «Pedro y sus compañeros se caían de sueño y espabilándose vieron su gloria… Moisés y Elías hablaban con Él de su partida». Y lo más importante para nosotros lo cuenta San Lucas a continuación: «Se asustaron al entrar en la nube y una voz de la nube decía: “Este es mi Hijo, el escogido, escuchadle». Esas fueron las palabras más importantes que nunca habían oído los apóstoles: El Padre Dios pidiendo que tengamos en cuenta las palabras de su Hijo, el Verbo encarnado. Es para nosotros también el mensaje de este domingo: escuchar y llevar a nuestra vida todas las palabras de Jesús que nos repiten los evangelistas. José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista
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