La lección de escuela sabática aborda el tema del fundamento del gobierno de Dios, la inmutabilidad de la ley de Dios, el santuario celestial, el gran conflicto y la narrativa de Lucifer. Los participantes reflexionan sobre la interpretación literal de la Biblia, la dependencia de la construcción doctrinal, y la importancia de la relación personal con Dios. El amor divino, el egoísmo y la interpretación de la ley de Dios son temas centrales de la conversación.

La hierba se seca, la flor se cae; pero la palabra de nuestro Dios permanece para siempre’ ” (Isa. 40:8).

¿Cómo podemos nosotros, al reflejar la luz de Cristo, brillar en nuestra propia comunidad?

“Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna” (Juan 3:14, 15).

En este ocasión, Tania nos acompaña en al discusión.

“La mayoría de nuestros hermanos cristianos mostraron un amor y una lealtad sin límites, sin escatimar esfuerzos y pensando siempre en los demás. Sin tener en cuenta el peligro, se hicieron cargo de los enfermos, supliendo todas sus necesidades en Cristo, y con ellos partieron de esta vida serenamente felices; porque se contagiaron de otros, atrayendo sobre sí la enfermedad de su prójimo y aceptando alegremente sus dolores” (Rodney Stark, The Rise of Christianity [Princeton, Nueva Jersey: Princeton University Press, 1996], p. 82).

Nueva lección, nuevo tema para los siguientes meses. El amor Triunfa. La batalla entre el bien y el mal. Acompáñanos y deja tus comentarios.

“Al Señor cantaré en toda mi vida, a mi Dios salmearé mientras viva” (Sal. 104:33).

“¿Qué pagaré al Señor por todos sus beneficios hacia mí?” (Sal. 116:12).

Con un invitado especial, platicamos sobre el mensaje de la lección de los Salmos.

“Anhelo y ardientemente deseo los atrios del Señor. Mi corazón y mi carne cantan al Dios vivo” (Sal. 84:2).

¿Qué lecciones has aprendido, o deberías haber aprendido, de tus errores pasados?

“Lo que hemos oído y entendido, que nuestros padres nos contaron. No las ocultaremos a sus hijos, contaremos a la generación venidera las alabanzas del Señor, su fortaleza y las maravillas que hizo” (Sal. 78:3, 4).