En 1810 alguien inventó la lata de conservas.
Pero durante casi 50 años no existió el abrelatas.
¿Resultado?
La gente abría las latas a martillazos, con cuchillos o cinceles.

Hoy pasa lo mismo con la Inteligencia Artificial en las empresas:
tienen la “lata” delante, saben que hay valor dentro…
pero no tienen la herramienta para abrirla.

En este vídeo te muestro cómo dejar de golpear a ciegas y usar la IA para:
✅ Conectar de verdad con tus clientes usando StorySelling.
✅ Ahorrar horas de trabajo con Inteligencia Artificial aplicada al negocio.
✅ Convertir reuniones eternas en decisiones rápidas y rentables.

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No más martillazos. Hora de abrir la lata y aprovechar el contenido.

La fuente es un correo electrónico de Nacho Caballero, presumiblemente a sus suscriptores, que destaca un ejercicio práctico y memorable en su clase de Inteligencia Artificial (IA) en EUDE. Caballero describe cómo instruyó a sus estudiantes a crear asistentes digitales basados en su figura mentora favorita (viva o muerta) utilizando contenido disponible en línea, logrando resultados impresionantes en menos de una hora. El autor enfatiza que este tipo de aplicación real de la IA es transformadora, y no requiere mucho tiempo, a diferencia de otros cursos

Este audio presenta una perspectiva sobre la Inteligencia Artificial que enfatiza el rol humano sobre la tecnología misma. Nacho Caballero, un profesor, argumenta que la IA no salvará a una empresa, sino que solo potencia las capacidades existentes de un equipo; si estas son débiles, la tecnología simplemente amplificará el desastre. La alumna Marcia Pérez respalda esta idea, explicando que la diferencia fundamental la marca la persona que utiliza la IA y no la herramienta en sí misma. Ella valora que el profesor usó historias personales para ilustrar cómo la IA sirve como puente para conectar con lo que realmente importa, reforzando que la innovación real ocurre al aplicar el sello humano en medio de la tecnología. Ambos textos coinciden en que la IA es solo un amplificador, y el éxito o el fracaso depende de la capacidad y el criterio de las personas.