No Nos Escondemos de Dios

¿Alguna vez has sentido el impulso de esconderte de Dios? La vulnerabilidad humana nos lleva a correr cuando deberíamos acercarnos más. Esta poderosa meditación sobre el Salmo 139:7-8 revela una verdad transformadora: no importa cuán lejos intentemos huir, la presencia de Dios nos encuentra.

Exploramos profundamente las historias bíblicas que reflejan nuestra propia tendencia a escondernos. Como Elías, quien buscó refugio en una cueva huyendo de Jezabel, muchos de nosotros nos retiramos a espacios oscuros cuando enfrentamos amenazas o decepciones. O como Adán y Eva, quienes se escondieron entre los árboles después de pecar, llevamos la vergüenza como justificación para alejarnos. Y recordamos a Jonás, cuyo intento de escapar del llamado divino lo llevó al vientre de un gran pez. Cada historia revela algo sobre nuestros propios corazones.

Las razones por las que huimos son muchas: alguien nos hirió, perdimos a un ser querido, fuimos criticados por otros creyentes, o simplemente fallamos. Pero la cueva, la soledad y la oscuridad nunca fueron los lugares que Dios diseñó para nosotros. Al igual que el hijo pródigo, muchos necesitamos llegar al límite para recordar que todo lo teníamos cuando estábamos en la presencia del Padre. La buena noticia es que Su abrazo siempre está disponible, esperándonos en el camino de regreso a casa.

¿Estás intentando esconderte de Dios? Detente, reflexiona y reconoce que Su presencia omnipresente es precisamente lo que necesitas ahora. Comparte este mensaje con alguien que podría estar sintiendo que Dios está lejos, cuando en realidad, Él nunca se ha movido.

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Dios les Bendiga!