A menudo, las apariencias engañan y, del mismo modo que algunos adalides de los sonidos más cañeros y extremos pueden dejar entrever su lado más sensiblero y comercial, hay veces que pasa justo lo contrario. Hace poco más de un año, hicimos el programa “Sorprendentes versiones metálicas”, en el que pudimos escuchar desde Ministry tocando Bob Dylan, hasta Megadeth versionando a Nancy Sinatra, pasando por Metallica tirando de Bob Seger. En una jugada casi inversa, hoy vamos a alucinar con el lado más salvaje de artistas superventas, ídolos adolescentes, grandes divas del pop y consumados baladistas que, aparte de coronar listas de éxitos, también saben rockear duro. Entra en Mi Camerino.

En plena época estival, en otro lento y tórrido verano, soñamos con California, ese estado que fue parte de Nueva España, de México y después de EEUU, con grandes ciudades como Los Ángeles, San Francisco o San Diego, entre otras.

Su capital es Sacramento, y su ciudad más poblada, Los Ángeles. Fábrica de sueños, en California se ha generado música de variadísimos estilos desde el folk rock hippie de San Francisco o Laurel Canyon hasta el nu metal, pasando por el hardcore, el thrash o el hair metal, entre tantos otros movimientos. Buscamos una buena sombra y soñamos con California hoy en Mi Camerino.

El flanger es un efecto de sonido que produce un característico sonido metalizado oscilante, sobre todo en frecuencias medias y altas. Se obtiene duplicando la onda sonora original con un delay (retraso) menor de 5 milisegundos, con lo que se crea un efecto de comb filter (filtro de peine), que actúa respetando los armónicos. Sus orígenes están en las grabaciones magnetofónicas en cinta de bobina abierta al mezclar la señal original con una copia retardada en el tiempo, con la particularidad de que el retardo es muy breve pero varía de forma periódica. Siguiendo nuestra serie de programas sobre efectos de sonido, vamos a escuchar el flanger primero por sí solo y después en el contexto de distintas canciones desde los 60 hasta los 90. Rock “flangueado” hoy en Mi Camerino.

Ahora que el calor aprieta, vamos a hacer uno de esos programas refrescantes que no requieren un sobreesfuerzo neuronal. Algo sencillo, curioso, divertido y, salvo que seas un fan acérrimo de algún protagonista, deliciosamente irrelevante.

Enigmático título el de hoy, en una emisión que va de canciones de grandes grupos -casi todos noventeros- que sólo han sido interpretadas en concierto una vez en la historia.

Típicas anécdotas y curiosidades que tanto nos gustan a los melómanos empedernidos: caprichos de estrellas del rock, rebelión contra productores y discográficas, críticos implacables, fans desolados y temazos, se dan cita hoy en Mi Camerino.

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, y que el anfitrión de este camerino radiofónico es pucelano, vamos a disfrutar de los más recientes lanzamientos de bandas y artistas de dicha escena. Mucha experimentación, colaboraciones, electrónica, folclore castellano y algo de rock. Suenan Delameseta, Chacho Cósmico con Rocío Torío, El Nido, Guille Jové con Castijazz y Pedro Pastor, Dulzaro con Erik Urano, Campo Grande, Cabeza de Gallo y José Carreño. Entra en Mi Camerino, sube el volumen y disfruta.

Nos inventamos “palabros” como “neoventerismo”, porque hay una nueva oleada de grupos muy jóvenes con un sonido y estética muy noventeros, algo que los viejos grunges del lugar celebramos con alegría. El de hoy es un viaje musical transatlántico, porque cruzamos el charco y es hispano, porque son casi todo bandas mexicanas o argentinas y además casi todas cantan en la lengua de Cervantes. Gran peso del sonido más punk, oscuro y pesado de la escena de Seattle de finales de los 80 y principios de los 90 y aplastante presencia femenina que conecta con el movimiento riot grrrl. También puede haber algún ramalazo stoner o britpopero… depende. Subimos el volumen, como siempre, en Mi Camerino.

Siempre hay debate sobre si hay que separar autor y obra, ya que a veces gente muy mala es capaz de crear obras de arte muy buenas. Sin entrar a opinar sobre esto y con un afán puramente divulgativo, vamos a escuchar a algunos músicos con los que sería mejor no cruzarse. En otros casos, estamos ante rebeldes que pusieron en jaque a las autoridades. Desde los años 30 del siglo XX hasta principios del siglo XXI, seguimos con extensiones del true crime, sucesos, crónica negra o como lo queramos llamar, ligados a la música popular. Hay lugar para el blues, el western swing, el country forajido, el folk hippie, el rock sureño, el glam, el afrobeat, el pop inglés alternativo, el punk, el pop francés e incluso el black metal. Con distintos grados de gravedad y contextos, escuchamos una selección de músicos peligrosos hoy en Mi Camerino.

Los Tres de West Memphis (The West Memphis Three) es el apodo con el que se conoce a tres chicos que fueron juzgados y condenados en 1994 siendo adolescentes por la muerte de tres niños en la ciudad de West Memphis (Arkansas), el 5 de mayo de 1993. Damien Echols fue condenado a muerte, Jason Baldwin fue condenado a cadena perpetue y Jessie Misskelley, Jr. fue condenado a cadena perpetua más dos sentencias de veinte años cada una, siendo los tres jóvenes inocentes de los homicidios, como se demostraría en años sucesivos. Durante el juicio, la fiscalía afirmó que los niños murieron como consecuencia de un ritual satánico. Diversos documentales, como la saga “Paradise Lost” (Paraíso Perdido) han cubierto el caso y, siendo los tres acusados los raritos del pueblo a los que les gustaba el rock, el mundo de la música se volcó con ellos: repasamos este apartado, en esta extensión de true crime, hoy en Mi Camerino.