La morgue de París y los escritores: Zola, Dickens, Camus y Gozlan, entre otros. Podcast Por  arte de portada

La morgue de París y los escritores: Zola, Dickens, Camus y Gozlan, entre otros.

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Para ver en YouTube: https://youtube.com/shorts/a50VmAwZA-Y La morgue de París fue una de las principales atracciones turísticas de la ciudad en el siglo XIX. Los cuerpos eran expuestos detrás de una vitrina de cristal para que cientos de personas pudieran observar a los fallecidos que no habían sido reclamados ni identificados. El espectáculo era tan popular que algunos cadáveres se convirtieron en auténticas celebridades. El caso más famoso fue el de La desconocida del Sena, una joven de expresión serena, casi sonriente, que fascinó al patólogo. Su belleza lo llevó a crear una máscara mortuoria de yeso y cera. Con el tiempo, se convirtió en una inspiración para artistas y escritores. Albert Camus la describió como una “Mona Lisa ahogada”. La morgue despertó el interés de varios autores de la época. Émile Zola comentó: “La morgue es un espectáculo al alcance de todos los bolsillos. La puerta está abierta: quien quiera, puede entrar”. Y el dramaturgo Léon Gozlan la comparó con los grandes almacenes de París: “Uno va allí a ver a los ahogados como se va a cualquier otro lugar a ver la última moda”. Charles Dickens también quedó fatalmente atraído por el lugar. En El viajero sin propósito, escribió: “Siempre que estoy en París, una fuerza invisible me arrastra a la morgue. Nunca quiero ir, pero siempre termino atraído allí”. No solo observaba los cuerpos: también se interesaba por las circunstancias de su muerte, visitaba escenarios de crímenes y buscaba los detalles más escabrosos. Observar la muerte no es algo del pasado. Hoy existe una exposición itinerante que muestra cuerpos reales preservados mediante plastinación, un proceso creado por el anatomista Gunther von Hagens. Y entre los escritores actuales, uno que se ha acercado directamente a este mundo es Clive Barker, famoso por sus relatos de terror. Él mismo ha admitido que presenció una autopsia, quizá por inspiración, curiosidad o reflexión. Eso sí: nunca pudo visitar la célebre morgue de París, que cerró sus puertas en 1907.
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