• Gregor Macgregor, el estafador que se inventó un país y vendió su deuda

  • Oct 11 2021
  • Duración: 12 m
  • Podcast

Gregor Macgregor, el estafador que se inventó un país y vendió su deuda

  • Resumen

  • Gregor MacGregor era un escocés que en el siglo XIX se inventó un país ficticio, al que llamó Poyais, y perpetró un fraude con sus bonos por valor de 1,3 millones de libras de entonces, que hoy equvaldrían a unos 3.600 millones. Se le acabó conociendo como 'el rey de los estafadores'.Entró en la armada británica con tan solo 16 años, y ascendió rápidamente en el ejército. Fue enviado a la península ibérica a luchar contra los franceses, primero en Gibraltar y luego en Portugal. Su obsesión con el rango y con las medallas le hizo muy impopular entre los soldados. Y un enfrentamiento con un superior provocó que fuera invitado a abandonar el ejército. Quiso la suerte que, ya sin él, su batallón hiciera un gran trabajo en el país luso, que le llevó a ganar fama internacional. Y pese a que MacGregor no estaba presente, presumía de ese logro. En su vuelta a Edimburgo, se hacía llamar Coronel, o Sir, y paseaba en llamativos carruajes. Pero ni siquiera estas mentiras le permitieron ganar status social, por lo que emigró a Londres con su familia, donde su mensaje falso sí que le ayudó a ganar cierta respetabilidad.Pero en 1811 su mujer, de buena familia, falleció, perdiendo así su principal fuente de ingresos y de influencias. No sabía qué hacer con su vida. Coincidió esta crisis vital con el paso por Londres de Francisco de Miranda, general revolucionario venezolano, que fue recibido con grandes halagos. Al ver el trato que le daban, pensó que si se iba a América a combatir podría ganar fama y ser recibido igual en su vuelta a casa. Y allá que se fue.Conociendo a Miranda, haciéndose pasar por Sir, presumiendo de los logros de su batallón en Portugal... al llegar a Venezuela le dieron el cargo de coronel y pusieron un batallón bajo su mando. Sumó algunos triunfos, y con su conocimiento de tácticas europeas logró mejorar la disciplina de las tropas. Estuvo 4 años combatiendo contra los españoles, y demostró verdadera habilidad militar. El propio Simón Bolívar le escribió una carta agradeciéndole los "prodigiosos servicios prestados al país".MacGregor recibe una misión especial de Bolívar. Irse a Estados Unidos y liberar Florida, para frenar el apoyo a los realistas en Venezuela. En 1817, conquistó la Isla de Amelia, en la costa de Florida. Sin embargo, Estados Unidos consiguió anexionarse la isla y pactar con los españoles la cesión. En una última escaramuza militar, llega a Colombia a luchar a la isla de San Andrés. Sale mal, y acaba llegando a la costa de la actual Honduras. Y comienza su historia como estafador a gran escala. Básicamente, desembarca en Costa de Mosquitos, un territorio del que se habían ido prácticamente todos los colonos europeos, por su insalubridad y su poco potencial económico. Solo quedaban nativos. A su vuelta a Londres, en 1821, asegura que Jorge Federico Augusto, rey de Mosquitos, le ha nombrado cacique de Poyais, un territorio mayor que Gales, presuntamente rico en recursos naturales, pero sin desarrollar. La realidad es que había comprado el terreno a cambio de joyas y ron, pero ni le había dado el cargo ni eran tierras apropiadas para la agricultura y la ganadería.Las promesas de riqueza del militar, junto con la fama que le precedía, caló. Y MacGregor consiguió vender bonos de un país que no existía. Y no solo eso, sino que organizó expediciones de colonos. El timador escocés aprovechó un clima propicio tras la derrota de Napoleón, con la economía británica creciendo. Como consecuencia, el Gobierno conseguía emitir deuda a intereses cada vez más bajos, que rondaban el 3%. En estas circunstancias, los inversores comenzaron a buscar opciones con mayores rentabilidades. Primero, pusieron sus ojos en países como Rusia, Prusia o Dinamarca. Otros apostaron por las minas. Pero había una nueva inversión muy atractiva: todos aquellos países que surgieron del colapso del imperio español.Y de esa moda se aprovechó MacGregor. En 1822 colocó unos bonos de Poyais con rendimientos del 6%, el doble de lo que ofrecían los británicos. Aunque no existía ningún registro del país, las promesas hicieron su efecto, ayudadas por una campaña de publicidad enorme, que incluyó anuncios en prensa, panfletos, libros e incluso una canción que comenzó a sonar por las calles de Londres, Edimburgo y Glasgow.MacGregor prometió de todo a sus inversores: los nativos no solo eran pacíficos y amables, sino que amaban a los británicos. La situación geográfica del nuevo país era inmejorable y su tierra era muy fértil, con facilidad para cultivar tabaco y azúcar. Había abundante agua. Oro. Incluso las cosechas de maíz se recolectaban tres veces al año, cuando en el resto del mundo conseguir dos ya es muy bueno. Creó su propia moneda (el dólar de Poyais) una bandera, himno, y un mapa detallado (y falso).Pero el fraude no se quedó ahí. Aunque obtuvo financiación en Londres, se dirigió a su tierra natal, Escocia, ...
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