¿Alguna vez te ha pasado que todo te va bien… y de pronto, algo dentro de ti empieza a preocuparse, a sentir que algo tiene que fallar?

Manifiestas el trabajo que querías, llega el amor, fluye el dinero…Y entonces te invade el miedo. Dudas….

Te distraes, procrastinas,, discutes, enfermas… o simplemente, te desconectas. Como si inconscientemente te convencieras de que no puede ir todo tan bien. De que tanta felicidad no es segura o no puede ser real De que el éxito tiene un precio.

Y así, sin darte cuenta… vuelves a tu zona conocida. A ese lugar interno donde estás acostumbrada a sentirte pequeña, exigida o insatisfecha. Como si tu termostato de felicidad tuviera un límite.

Hoy vamos a hablar precisamente de eso. Del síndrome del límite máximo. De cómo lo hemos normalizado. De cómo te impide disfrutar y sostener la manifestación que ya lograste… y por qué tu sistema nervioso a veces no te deja disfrutar lo que pediste.

Este episodio es para ti si alguna vez te autosaboteaste justo cuando ibas bien. Si te cuesta sostener lo que manifiestas. Si quieres aprender a expandir tu capacidad de recibir sin miedo, sin culpa y sin freno.

Prepárate, porque vamos a ir hondo. A nombrar lo que nunca se dice. Y a cruzar juntas ese umbral donde todo empieza a florecer… y esta vez, sí, lo vas a sostener disfrutando.

¿Cuántas veces has tirado la toalla antes de manifestar lo que tanto deseabas…?

Y cuantas veces lo has justificado diciendo: “Claro… es que yo no soy como el resto, en el fondo los demás tienen razón y yo no estoy a la altura y por eso no lo consigo, a quien quiero engañar”.

Pero ¿y si sí que lo estás… y lo único que hizo que no lo lograses fue soltar demasiado pronto?

Hoy hablamos de esa herida silenciosa: De la herida de no sostener porque se me hace demasiado doloroso el proceso. Del dolor de rendirse antes de tiempo. Y de cómo transformarlo en calma, fe y manifestación real.

¿Alguna vez has sentido que el dinero te cuesta?

Que por más que manifiestas… llega poco, o se va rápido. Que hablar de dinero te incomoda. Que cobrar lo justo, o invertir en ti, te da culpa.

Tal vez creciste escuchando que el dinero cambia a las personas. Que, si querías más, eras ambiciosa. Que mejor no hablar de eso… porque no está bien.

Y sin darte cuenta, empezaste a hacerle caso a esas voces. A creer que tener dinero es peligroso, sucio, o elitista. A creer que no eres buena con él. O que simplemente… no es para ti.

Y lo más duro es esto: qué empezaste a relacionar tu valor con lo que ganas. A sentir que vales poco… porque tienes poco.

Hoy vamos a hablar de eso. De la herida del dinero. De cómo te desconecta de tu abundancia. Y de cómo puedes empezar a sanarla.

Porque mereces manifestar una vida rica, libre, expansiva. Y esa sanación empieza por dentro.

¿Has sentido alguna vez que…

Que hay algo que ya deberías haber conseguido a esta edad… Que tu vida no se parece a lo que imaginabas, que mientras otras ya han llegado, tú sigues buscando el camino.

Y aparece ese pensamiento: “Me estoy quedando atrás.”

Demasiado atrás para empezar. Demasiado tarde para manifestar un nuevo sueño.. Demasiado lenta, demasiado perdida, demasiado fuera de tiempo.

Es como si todas las demás hubieran recibido un mapa… y tú estuvieras intentando construir tu vida a ciegas.

Y no solo duele: te desconecta. Te hace dudar de ti, de tu proceso, de tus sueños. Y te hace mirar hacia afuera como si el camino correcto estuviera en otra parte.

¿Te han dicho alguna vez que eres demasiado… y al mismo tiempo, no suficiente?

En este primer episodio de El Templo de la Manifestación abrimos un portal sagrado hacia tu autenticidad. Porque lo que te vuelve magnética no es lo que escondes, sino lo que te atreves a mostrar.

Hablamos del miedo a ser vista, de la herida de visibilidad que muchas mujeres medicina llevamos en la piel, y de cómo sanar esa herida es el primer paso para manifestar tu verdad.

Te comparto mi historia, mis sombras, y lo que me permitió dejar de encajar para empezar a brillar.

Este episodio es una invitación a dejar de pedir permiso.

A convertir tu autenticidad en tu mayor poder manifestador.

A dejar de encajar para empezar a brillar.

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