
El ser humano en el camino interior
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El ser humano en el camino interior
Cuando hemos encontrado el camino interior y comprendemos que es un camino de acercamiento a lo real, a lo no aprendido externamente, a lo no sujeto al cambio, el espacio y el tiempo, entonces, sabremos que es un camino único y personal, que solo podemos recorrer uno mismo y que todo lo exterior hemos de dejarlo al margen.
Ese “uno mismo” sabe que ningún elemento externo puede tocar nuestro viaje interior, que cualquier cosa podría hacernos perder el rumbo si lo dejamos actuar en nuestra consciencia.
Por ello, cuidamos muy mucho el compartirlo y necesitamos disponer de tiempo y espacio para sentirnos recorrerlos en base a lo real.
Podemos entender por real a nuestra sensación de existir al margen de todo, del tiempo y el espacio y de cualquier acto que podamos realizar.
No necesitamos ser escuchados, entendidos o comprendidos. No necesitamos caminar en compañía de nadie, es algo que solo compete a uno mismo.
Podría ser similar a entrar en un agujero de gusano en el que lo exterior parece desaparecer mientras avanzamos más y más hacia la fuente de nuestro existir.
Es posible que deseemos compartir nuestro avance interior con los demás, de intentar ser acompañados en grupo y en esa labor, es posible que aveces parezca que resulta y hay un avance compartido. Requiere una disciplina muy especial el recorrer el camino interior en verdad, uno mismo, y a su vez compartir el efecto en el exterior.
Cuando iniciamos en verdad el camino interior se produce una profundización en uno mismo tan grande y tan real, que sabemos que realmente no se puede compartir, ya que el camino de los demás puede estar aún sostenido en el exterior que uno mismo muestra a los demás.
Se podría afirmar que ningún camino interior puede cruzarse con el de otra persona y sin embargo prestamos un servicio a la evolución del todo.
No está reñido el camino interior personal con la vocación de compartirlo, si realmente somos impasibles ante el uso que se haga de nuestra imagen aparente en el camino del otro.
Se podría decir que solo hay dos posibilidades, separarse de los demás mientras recorremos el camino interior o seguir con nuestra vida humana de relaciones mientras lo hacemos.
Se trataría en este segundo caso, de estar totalmente centrados en el camino personal mediante nuestra concentración y a su vez mostrando nuestra realidad a los demás como haría el Sol, sin recibir ningún efecto de su estado de ser.
Antes, nuestro avance era como una tunería llena de incrustaciones que impedían el paso, que nos afectaban. Ahora, cuando conectamos con el camino interior es como si la tubería estuviese limpia y pudiéramos discurrir sin obstáculos.
Ahora, reconocemos nuestro ser real en el interior, aunque sea simplemente a través de la sensación de ser y existir. Poner nuestra atención únicamente en esa base nos permite avanzar hacia la verdad de ser.
No querremos que se muestre nada, ni pondremos ninguna intención, únicamente permaneceremos en la escucha de esa realidad cada vez más clara y notable.
La propia Verdad siempre será más interesante y sugerente mientas se va mostrando mediante nuestra receptividad.
Veremos que en ese recibir estamos entrando en contacto con una dimensión diferente donde no existe diferenciación. Se experimenta como un continuo de una realidad común.
Vemos que en esa percepción de esa realidad interior podemos permanecer y podremos entender que es el modo en que nos vamos cuando nos separamos de la realidad física.
Estado en el que nos podemos mantener mientras vivimos, si sostenemos nuestra atención dejándonos ser.
Es un proceso natural que todos los seres humanos podemos recorrer y sin duda recorremos cuando nuestra vida física termina.
Es la manera en que dejamos la realidad individualizada para pasar a la realidad conectada.
Es posible vivir la vida humana estando conectados con la realidad unificada de nuestro interior.