EP:12 Corazón Rendido: Victoria en Alabanza y Adoración Salmo 95:7-8 Podcast Por  arte de portada

EP:12 Corazón Rendido: Victoria en Alabanza y Adoración Salmo 95:7-8

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Corazón Rendido: Victoria en Alabanza y Adoración


Versículo Bíblico Clave: Salmo 95:7b-8 "Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón como en Meriba, como en el día de Masah en el desierto."


Hermanos, hoy recordaremos una verdad fundamental de nuestra fe: la importancia de un corazón entregado a Dios. A menudo, como el pueblo de Israel, caemos en la peligrosa trampa de la murmuración y la queja ante las dificultades. Nos preguntamos "¿por qué a mí?", olvidando las grandes obras de Dios y dudando de Su poder. Esta actitud, nacida de la duda, no solo nos daña, sino que contamina a otros y nos aleja del reposo divino. ¡La murmuración es insensata porque Dios no nos debe explicaciones y los problemas son parte de la vida!

Pero Dios desea algo diferente de nosotros. ¡Él quiere que alabemos! La alabanza es un acto de gozo y expectativa, no un ritual serio, sino una fiesta. Piensen en la pasión que mostramos en un partido de fútbol; esa misma alegría espontánea y júbilo, levantando las manos y gritando, es lo que Dios anhela de nosotros en Su presencia. Alabar es reconocer la vida, la salud, el trabajo y las innumerables bendiciones, dejando atrás el juicio y lo negativo.


Más allá de la alabanza, somos llamados a la adoración. Adorar es postrarse, humillarse, rendirse totalmente a Dios, reconociendo Su soberanía y Su inmenso valor. Muchos se quedan sentados al llamado al altar por falta de entendimiento de lo que significa rendirse a nuestro Rey, quien sostiene el mundo y un día nos pedirá cuentas.


El verdadero secreto radica en entregarle el corazón a Dios, amándole con toda la mente, el alma y las fuerzas, sin reservas, tal como nos enamoramos. Sin amor, la adoración es vacía. Un corazón entregado y amante permite a Dios obrar milagros; Él nos toma en Sus manos y nos protege.

Recordemos la historia de David. Dios no se fijó en su apariencia, estatus o limitaciones, sino en su corazón. David, el joven pastor despreciado, fue escogido porque amaba y alababa a Dios en su soledad. Dios usa lo que el mundo considera insignificante para transformarlo y glorificarse. Él nos sacó de situaciones difíciles y nos escogió no por nuestro "buen look", sino por nuestro corazón.

¡Así que, si hoy escuchas Su voz, no endurezcas tu corazón! Decide pertenecerle a Él. Entrégale tu corazón y dile: "Quiero ser tuyo, Señor. Muéstrame tus caminos y enséñame a andar en ellos para llegar a tu reino". Dios quiere que vivamos una vida de victoria, gozo y una relación íntima con Él. ¡Él nos ha dado un futuro! ¡Somos ganadores en Cristo!


Reflexión: Esta prédica nos confronta con la elección entre la queja y la gratitud, la pasividad y la entrega total. Nos invita a examinar la autenticidad de nuestra fe y a vivir con un corazón que ama a Dios completamente, despertando a la realidad de que somos vencedores en Cristo.


Consideraciones Finales: Es un poderoso recordatorio de los peligros de la ingratitud y una inspiradora invitación a la alabanza y adoración sincera. Mediante ejemplos bíblicos y analogías cotidianas, el mensaje alienta a la transformación personal, enfatizando que Dios ve el corazón y nos escoge sin importar nuestro pasado o apariencia.


Conclusión: La prédica nos insta a no seguir el ejemplo de Israel. Debemos ofrecer una alabanza jubilosa y una adoración profunda, nacida de un corazón entregado. Dios busca la sinceridad de nuestro espíritu, transformando nuestras vidas cuando le pertenecemos. Es un llamado a ser ganadores y a vivir bajo la guía de Dios.


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