
Diosas y rebeldes - El asombroso viaje de Bertha Benz, la madre del automóvil
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Bertha Benz, aprendió desde pequeña a observar, a improvisar soluciones y a mantener la calma en la dificultad. En 1872 se casó con Karl Benz, un ingeniero visionario obsesionado con crear un carruaje sin caballos. Mientras él inventaba, dudaba y sufría el escepticismo de su tiempo, ella aportó su dote, su fe y su firmeza. De aquella unión surgiría el primer automóvil de la historia: el Benz Patent-Motorwagen, patentado en 1886. El invento parecía inútil y fue objeto de burlas. Karl se hundía en dudas, pero Bertha entendió que la máquina necesitaba demostrarse útil. La madrugada del 5 de agosto de 1888, tomó el Motorwagen número 3 junto a sus hijos Eugen y Richard y emprendió el primer viaje largo en coche, de más de 100 kilómetros, entre Mannheim y su natal Pforzheim. En el camino compró combustible en una farmacia —la primera gasolinera de la historia—, reparó un carburador con una horquilla, arregló una cadena con la liga de su vestido y reforzó los frenos con ayuda de un zapatero. Aquella travesía cambió la percepción pública: Karl había inventado el automóvil, pero Bertha lo hizo andar. Tras el viaje volvió a su discreción, dedicada a sus cinco hijos y al negocio familiar. Vivió lo suficiente para ver la fusión que dio origen a Mercedes-Benz y para sufrir la contradicción de dos guerras mundiales. Murió en Ladenburg el 5 de mayo de 1944, a los 95 años. Hoy su ruta es un memorial y su nombre, símbolo de ingenio y coraje. Bertha Benz fue la mujer que giró el volante del futuro.
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