Cristo Rey
No se pudo agregar al carrito
Add to Cart failed.
Error al Agregar a Lista de Deseos.
Error al eliminar de la lista de deseos.
Error al añadir a tu biblioteca
Error al seguir el podcast
Error al dejar de seguir el podcast
-
Narrado por:
-
De:
El buen ladrón
Tres cruces, dos ladrones y tres diferentes expresiones de sufrimiento. Jesús quiso ser crucificado con pecadores, participando su trono de gloria con ellos. Muchos santos hubieran querido estar allí, cambiando su lugar por ellos, con santa envidia. San Agustín dice que, de las tres cruces, una salva, otra recibe salvación y la otra la rechaza. Todos estamos representados en estos dos criminales. Deberíamos estar allí, pero todavía estamos huyendo de la cruz. Estos dos ladrones personifican dos actitudes en frente de la cruz, dos caminos que resumen nuestras vidas: a favor o en contra de Dios, con Él o contra Él. Tres sufrimientos, uno redentor, otro purificador, y un tercero inútil. ¿Cuál es el mío? Podemos acompañar a Jesús en su camino redentor.
¿Qué es lo que vio el buen ladrón para creer? No es fácil responder a esta pregunta. Los dos ladrones fueron crucificados al lado de Jesús, sufriendo la misma pena por sus crímenes. Uno, que llamamos Gestas, frustrado por su dolor, le reprochaba a Jesús que los salvara de ese suplicio. Dimas en cambio, le amonestaba diciendo que ellos estaban allí justamente, para pagar por sus pecados. Y le hizo a Jesús la mejor petición que podemos hacerle en nuestra vida: “Acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.” Deberíamos repetirlo muchas veces, especialmente cuando nos topamos con el sufrimiento.
Había más gente en el Calvario, pero sólo Dimas hizo esa petición. Quizá porque vio las cosas desde la cruz, desde arriba; o quizás porque sufrió lo mismo que Jesús. Cuando sufrimos vemos las cosas con ojos diferentes. Vio a un hombre sufriendo en silencio, no solo aceptando el dolor, sino recibiéndolo con los brazos abiertos, amándolo hasta sus últimas consecuencias. El centurión romano, también presente, solo creyó después de que Jesús murió, cuando se oscureció el cielo y tembló la tierra.
“Hoy estarás conmigo en el paraíso.” ¿Qué sintió Dimas ante estas palabras? “Hoy”, no mañana, después de unos minutos de sufrimiento, con una razón para tu dolor, como una operación que cura, con un final feliz. “Conmigo”, yendo juntos, cruzando el umbral de la esperanza, mano en mano, iluminando tu camino. “En el paraíso”, en ese lugar que todos deseamos, para el cual hemos sido creados, donde nos esperan nuestros seres queridos.
El buen ladrón nos llena de esperanza. Nos es muy fácil vernos en él, calzarnos sus zapatos. Podemos pasar de ser el mal ladrón al bueno en un santiamén, y al mismo tiempo robar el cielo. Pero no hace falta esperar para el último momento de nuestra vida para hacerlo. Podemos comenzar a repetir su petición ahora, desde la cruz de nuestro sufrimiento.
josephpich@gmail.com