Crónica del funeral de Gabriela Nicole Pratts Rosario y el incidente con Roxanna Soto Aguilú El jueves, Aibonito se vistió de luto para despedir a Gabriela Nicole Pratts Rosario, una joven de 16 años cuya vida fue truncada de forma violenta y que habría cumplido 17 años al día siguiente. El velatorio se llevó a cabo en la fraternidad Nu Delta Chi, desde la 1:00 p.m. hasta las 10:00 p.m., con una asistencia masiva que obligó a extender el horario. Estudiantes de varias escuelas superiores de la zona, aún con sus uniformes puestos, llegaron en grupos para ofrecer el último adiós. Las lágrimas, abrazos y oraciones llenaron el ambiente. Desde temprano, la familia había pedido expresamente que no se tomaran fotografías del cuerpo, en un esfuerzo por preservar la intimidad y el respeto en un momento tan doloroso. Entre los presentes, se escuchaban frases cargadas de impotencia. Una amiga, con la voz quebrada, exclamó: “Me la quitaron. Ella nunca le hizo daño a nadie”. Otro joven relató que apenas un día antes la había visto y saludado, sin imaginar que sería la última vez: “Le apagaron su felicidad por envidia”. La madre de Gabriela, Lisandra Lisa Rosario, llegó con una amapola en el cabello, símbolo de memoria y resistencia. Horas antes, había escrito en redes sociales: “Mi corazón está destruido… me lo arrancaron cuando me arrebataron a la luz de mis ojos”. Durante el acto, el cantante y pastor Samuel Hernández ofreció un mensaje de fe y esperanza. Invitó a los presentes a abrazarse mientras entonaba una canción que hablaba de valorar a los seres queridos “por si no hay mañana”. Como parte de la investigación, la madre y la hermana mayor de Gabriela habían rendido declaraciones juradas ante la Fiscalía de Aibonito. El Departamento de la Familia, por su parte, activó un plan de acción protectora para dos familias vinculadas al caso, mientras el Instituto de Ciencias Forenses aceleraba los análisis de evidencia. El incidente con la senadora Roxanna Soto Aguilú Aproximadamente dos horas después del inicio del velatorio, se presentó la senadora Roxanna Soto Aguilú, conocida como “la abogada motorizada”. Según la familia, la legisladora habría tomado fotografías del féretro sin permiso, lo que generó indignación. Jessica Laureano, tía de Gabriela, relató que su propia hija tuvo que pedirle el teléfono a Soto Aguilú para borrar las imágenes. Cuando le pidió que se retirara, la senadora habría respondido: “Yo soy la senadora Aguilú”. Laureano replicó: “Tú puedes ser la gobernadora, pero una falta de respeto no voy a aguantar. Retírate”. La legisladora, sin embargo, negó la versión. Declaró que nunca tomó fotos ni recibió un pedido para borrar imágenes, asegurando que su única intención fue dejar un arreglo floral y permanecer en el lugar un par de horas. No explicó por qué se le pidió salir. El episodio interrumpió momentáneamente la solemnidad del funeral y provocó comentarios divididos entre los asistentes. Para algunos, la presencia de una figura política era un gesto de apoyo; para otros, fue una invasión al espacio íntimo del duelo. Un adiós marcado por el dolor y la indignación El funeral de Gabriela Nicole fue una mezcla de amor, tristeza e indignación. La comunidad de Aibonito se volcó para despedirla, dejando claro que su ausencia deja un vacío imposible de llenar. Pero también quedó latente un mensaje: el respeto en el duelo es sagrado, y cualquier falta, real o percibida, puede herir aún más a quienes ya cargan con una pérdida irreparable.
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