376: Cómo desactivar maldiciones financieras - 11/05/25 - #1351 Podcast Por  arte de portada

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Cómo desactivar maldiciones financieras “Si… no obedeces… serás maldito. El… Señor te enviará maldiciones… ”, Deuteronomio 28:15-20. ¿Puede un creyente ser maldecido? Sí y no. Si obedece a Dios la maldición no lo toca: “Obedece a Dios y vivirás… sin ser tocado por el mal… inmune a la desgracia”, Proverbios 19:23. “… El que me obedece vivirá… seguro y sin temer ninguna desgracia”, Proverbios 1:33. “El que obedece a Dios… tiene un poderoso protector para él y para sus hijos”, Proverbios 14:26. Pero “si no me obedecen… yo los maldeciré… maldeciré hasta las bendiciones que reciban…”, Malaquías 2:1-2. “… Maldeciré a quien no obedezca…”, Jeremías 11:3. “Si… no obedeces… el… Señor te enviará maldiciones… ”, Deuteronomio 28:15-20. “Si obedeces al SEÑOR… vayas donde vayas y en todo lo que hagas, serás bendito… El SEÑOR… te bendecirá… y te dará prosperidad… Pero si… no lo obedeces… Vayas donde vayas y en todo lo que hagas serás maldito. El propio SEÑOR te enviará maldiciones… te afligirá con enfermedades… y las calamidades te perseguirán hasta la muerte… El SEÑOR te castigará… Andarás a tientas… y nadie vendrá en tu ayuda… todas estas maldiciones te perseguirán y te alcanzarán hasta que quedes destruido”, Deuteronomio 28:1-45. Está claro que el pecado atrae maldición: “El Señor enviará contra ti maldición, confusión y fracaso en toda la obra de tus manos, hasta que en un abrir y cerrar de ojos quedes arruinado y exterminado por tu mala conducta y por haberme abandonado”, Deuteronomio 28:20. Entonces, “la maldición nunca viene sin causa”, Proverbios 26:2. Y ¿cuál es la causa de toda maldición? La desobediencia: “A causa de nuestro pecado, se han derramado sobre nosotros las maldiciones…”, Daniel 9:11. “Debido a que se negaron a obedecer, traje… maldiciones…”, Jeremías 11:8. ¿Y cuándo se rompe una maldición? El día en que volvemos a obedecer. La maldición opera solo cuando vivimos en pecado. Los israelitas experimentaron maldición durante todo el tiempo en que le robaron a Dios: “Ustedes me están robando... en los diezmos y las ofrendas… por eso yo los maldigo… ustedes... están bajo gran maldición…”, Malaquías 3:8-9. Sin embargo, Dios les aseguró que la maldición se rompería el día en que ellos volvieran a obedecer: “Traigan los diezmos… y verán cómo abro las ventanas del cielo para derramar sobre ustedes bendiciones a raudales”, Malaquías 3:10. ¡La desobediencia activa maldiciones pero la obediencia las desactiva! ¡Qué gran lección! ¡Si obedecemos a Dios las maldiciones no nos alcanzarán! La protección de Dios está disponible solo para los hijos obedientes. Las maldiciones que Balaam le echaba al pueblo de Israel no surtían efecto porque ellos estaban protegidos. ¿Recuerdas la historia? “Balac… rey de Moab, empezó una guerra contra Israel. Llamó a Balaam… para que lo maldijera”, Josué 24:9. Balac era consciente de que su dios no podía con el Dios de Israel. Entonces recurrió al recurso espiritual más poderoso que conocía: la maldición. “Si maldices a ese pueblo, te pagaré todo el dinero que quieras…”, Números 22:17. ¿Cómo sabía Balac acerca del poder de la maldición? Porque lo había visto en Balam: “… Yo sé que tus… maldiciones siempre se cumplen… sobre el pueblo que tú… maldices, caen maldiciones”, Números 22:6. Balaam quiso maldecir a Israel pero no pudo: “¿Cómo puedo maldecir a quienes Dios no ha maldecido?... ¡Dios ha bendecido, y yo no puedo revertirlo!”, Números 23:8 y 20. ¿Por qué los hechizos del gran brujo Balaam no provocaban consecuencias negativas? Porque Israel estaba protegido por Dios. Y estaban protegidos porque eran obedientes: “… Dios protege a los suyos porque ellos siempre lo obedecen”, Deuteronomio 33:3. Balaam era un hombre empapado en el mundo ocultista (Números 24:1); sin embargo, se daba cuenta que sus recursos espiritistas eran inútiles: “… El SEÑOR… está con ellos… Ninguna maldición puede tocar a Jacob; ninguna magia ejerce poder alguno contra Israel…”, Números 23:21-23. La fortaleza de los israelitas estaba en la obediencia. La obediencia les brindaba protección al igual que a nosotros. Si permanecemos obedientes las maldiciones no nos alcanzarán. Y no solo eso, sino que Dios las convertirá en bendiciones: “… Como el Señor… te ama, no quiso escuchar a Balaán y cambió la maldición en bendición”, Deuteronomio 23:5. “… Si Dios está a favor de nosotros, ¿quién podrá ponerse en nuestra contra?”, Romanos 8:3. A los obedientes las maldiciones no le alcanzan porque “la maldición sin motivo jamás alcanza su destino”, Proverbios 26:2. Una forma muy común de maldecirnos a nosotros mismos es quedarnos con las primicias que le pertenecen a Dios. “Honra al Señor... con lo mejor de ...
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