373: Una cruz vacía, una tumba vacía, ¡un trono ocupado! - 20/4/2025 - #1348 Podcast Por  arte de portada

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Pastor José Luis Cinalli 20/4/2025 Una cruz vacía, una tumba vacía, ¡un trono ocupado! “Recibirán poder para proclamar con efectividad mi muerte y resurrección…”, Hechos 1:8 (NT-BAD). ¡La resurrección de Jesús es el milagro más grande de la historia! “Los apóstoles… daban sin cesar testimonio de la resurrección del Señor Jesús…”, Hechos 4:33 (CST). Jesús resucitó, tal como las Escrituras lo habían profetizado. Pedro citó el Salmo 16 para referirse a la resurrección de Jesús el día de Pentecostés. Explicó que David vio “anticipadamente la resurrección del Mesías… y dijo… que no se quedaría en el sepulcro ni su cuerpo se descompondría”, Hechos 2:31 (DHH). Otro que profetizó acerca de la resurrección de Jesús fue Isaías cuando dijo: “Fue enterrado como un criminal… sin embargo… disfrutará de una larga vida…”, Isaías 53:9-10 (NTV); Juan 20:9; Lucas 24:46. Jesús mismo predijo su resurrección: “… Van a matarme, pero tres días después resucitaré”, Mateo 16:21 (TLA); 12:40, 17:22-23, 20:17-19; Marcos 8:31, 9:31, 10:33-34; Lucas 9:22; 18:31-33, 24:6-7, 26 y 44; Juan 2:19. El tema central de la predicación apostólica era la resurrección de Jesús. En el mensaje inaugural de la iglesia Pedro ocupó un solo versículo para referirse a la muerte de Jesús y doce a la resurrección, Hechos 2:23-35. Pablo dijo: “… Jesucristo… fue levantado de los muertos; ésta es la Buena Noticia que yo predico”, 2ª Timoteo 2:8 (NTV). Luego agregó: “Todos predicamos el mismo mensaje… predicamos que Cristo se levantó de los muertos…”, 1ª Corintios 15:11-12 (NTV); Hechos 3:15, 4:10, 5:30, 10:40, 13:30, 13:33, 17:31. Los apóstoles fueron testigos oculares de la resurrección de Jesús: “Dios levantó a Jesús de los muertos y de esto todos nosotros somos testigos”, Hechos 2:32 (NTV), Hechos 1:3. Los discípulos no solo vieron a Jesús resucitado, sino que lo tocaron, lo vieron comer (Lucas 24:36-43) y comieron con Él hasta que ascendió al cielo, Hechos 10:41. La primera vez que los discípulos vieron a Jesús resucitado “pensaban que veían un fantasma” (Lucas 24:37, NTV), pero Jesús les dijo: “Miren mis manos… mis pies… tóquenme… no soy un fantasma, pues los fantasmas no tienen cuerpo, como ven que yo tengo”, Lucas 24:39 (NTV). Desde ese día nunca más dudaron de la resurrección de Cristo y estuvieron dispuestos a sacrificar sus vidas antes que negar la resurrección de Jesús. Pero no solo ellos lo vieron resucitado: “… Se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, de los que la mayor parte viven todavía…”, 1ª Corintios 15:6 (BDA2010). Quinientas personas vieron a Jesús resucitado al mismo tiempo y, 20 años después de la resurrección, casi todos ellos vivían para atestiguar aquel gran acontecimiento. ¿Qué otra prueba se necesita para confirmar la resurrección de Cristo? Ahora bien, para que haya resurrección tiene que haber muerte. Y la muerte de Jesús fue puesta en tela de juicio. Los que quieren asesinar al cristianismo dicen que Jesús solamente se desmayó; insinúan que no estaba muerto cuando lo sepultaron. Esas personas ignoran el sufrimiento del flagelo romano. Los torturadores eran profesionales, golpeaban y desfiguraban a las víctimas con un látigo corto consistente de varias cadenas delgadas de hierro con pequeñas pesas en las puntas. Cada latigazo abría la espalda y atravesaba la carne y los músculos. Consideremos que en la ley romana no había límites para los golpes. Todo ese dolor no es nada con la muerte en la cruz, una muerte lenta y cruel. Hoy se sabe que el agua y la sangre que brotó del costado atravesado de Jesús es la descripción de un derrame pericárdico debido a la muerte por asfixia. La evidencia científica dice que Jesús no pudo haber fingido su muerte. Además, existen testigos oculares de su muerte, muchos de los cuales no eran discípulos ni seguidores de Jesús, por ejemplo, los soldados que lo crucificaron. Para acelerar la muerte Pilato ordenó quebrar las piernas a los crucificados, “pero al acercarse a Jesús, vieron que ya estaba muerto…”, Juan 19:33 (DHH). Existe también el testimonio del centurión romano encargado de su muerte. Cuando José de Arimatea pidió el cuerpo de Jesús “Pilato… mandó llamar al centurión y le preguntó si… Jesús ya había muerto. Luego de que el centurión le confirmó la noticia, Pilato entregó a José el cuerpo de Jesús”, Marcos 15:44-45 (RVC). Nicodemo, miembro honorable del concilio, ayudó a José en la sepultura de Jesús, Juan 19:39. ¿Podría alguien insinuar que estos ilustres e importantes hombres sepultaron a un hombre vivo? ¿No son suficiente todos estos testigos? El soldado que le abrió el costado a Jesús; el centurión; Pilato que investigó el asunto, José de Arimatea y Nicodemo que lo sepultaron y, como si fuera poco, el testimonio de las mujeres que presenciaron el...
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