El guerrero dragón Audiolibro Por J.J. Villarreal arte de portada

El guerrero dragón

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El guerrero dragón

De: J.J. Villarreal
Narrado por: Virtual Voice
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Este título utiliza narración de voz virtual

Voz Virtual es una narración generada por computadora para audiolibros..

Acerca de esta escucha

Degoth ek'Degoth tisdita, el guerrero dragón, no lo puede creer. La ciudad de Argoth está siendo azotada no solamente por un hechicero asesino que despiadadamente se deshace de sus víctimas con un cruel ritual... sino además, hay un «fantasma» que trafica con inocentes y los convierte en carnada de monstruo. A la búsqueda se une la valiente sargento Dina, quien usará de su inteligencia, coraje y valor para ayudar a Degoth en su búsqueda. Lo que no saben es que se enfrentarán a un enemigo mucho más poderoso de lo que pensaban, un hechicero servidor de las tinieblas que no parará hasta deshacerse de ellos.

El guerrero dragón, segundo libro de la serie, es una novela de fantasía épica llena de aventuras, misterio, y acción. Puede leerse de manera independiente del primer libro.

Extracto:
—¿Tú quién eres? —le preguntó a Degoth.

—Soy Degoth ek’Degoth, tisdita.

—¿Qué haces aquí, forastero?

—Pasando el tiempo. Como todos los demás.

—¿Sí? ¿Traes dinero?

—Por supuesto.

—Muéstrame.

Se llevó la mano a la túnica para sacar la bolsa con algunos darís de plata y duráms de bronce. Los cuatro guardaespaldas sacaron navajas y dagas.

—Tranquilos, amigos —les dijo sacando la bolsa de dinero.

El jefe dio la orden con la mano, y uno de ellos le arrebató la bolsa, la abrió y dijo:

—Algo de dinero, jefe Kurakat.

—No digas mi nombre, jorgot. ¿Cuánto es?

—Unos… cincuenta darís.

—Muy bien —respondió el jefe. Luego, dirigiéndose a Degoth—: Considera eso como tu boleto de entrada.

—Algo caro el boleto, si me preguntan —dijo Degoth.

—¿Qué haces aquí? —le pregunto de nuevo el jefe.

—Pues tenía pensado hacer algunas apuestas, pero me acabo de gastar todo mi dinero en el boleto de entrada.

—Eres gracioso, ¿eh? ¿Será que eres un trovero? ¿Te traemos algo para que nos deleites con malabares?

—No tengo ningún talento, jefe —le respondió—. No sé cantar, tocar la lira, mucho menos hacer malabares. Solo vengo a apostar.

Y a buscar información, pensó. La banda de traficantes que buscaba estaba a cargo de uno al que llamaban «el Fantasma». Se sabía poco sobre él, excepto lo que su apodo sugería: era escurridizo. Degoth recibió información que uno de sus lugartenientes, llamado Kurakat, operaba un lugar de pelea clandestina. Dicho lugarteniente era el que tenía enfrente.

—¿A apostar vienes, entonces?

—Así es, jefe. Gastar un poco de dinero, divertirme, salir con unos cuantos duráms de más.

—Ya veo —le contestó, asintiendo con la cabeza.

—Así que, si no tienen problema, saldré de aquí a disfrutar un poco de la pelea.

—¿Sin dinero para apostar?

—Bueno, ya di el dinero para la entrada. Imagino que puedo venir mañana con un poco más de plata.

—¿Mañana? ¿Quién dice que regresarás mañana?

Degoth podía sentir la tensión en el salón. Cinco pares de ojos lo miraban intensamente.

—¿Hay algún problema?

—Sí —dijo Kurakat—. Un problema tenemos, sin duda. Hoy recibí un recado. Decía que tuviera cuidado de un guerrero dragón que anda preguntando por mí.

—¿Un guerrero dragón? ¡Me gustaría ser uno! Lamentablemente, no soy más que un pobre mercader.

—El recado decía que el dragón tiene un parche negro sobre su ojo izquierdo.

Inmediatamente Degoth se puso en pie, como un relámpago, tomó la silla por el respaldo y la estrelló en la cara del de la boca maloliente.

Acción y Aventura Fantasía Épico
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