El Nuevo Odre de Dios

De: Arcadio Sierra Díaz

Narrado por: Virtual Voice

Al dar por finalizada la esclavitud egipcia del pueblo hebreo, Dios decidió efectuar un pacto con su pueblo en el Monte Sinaí; y eso se dio cuando Moisés recibió en aquel lugar la ley dada por Dios. En aquella ocasión, el pueblo hebreo se comprometió cumplir ese pacto conforme todo lo que Dios había dicho. El conjunto de leyes y reglamentos recibido, fue el vino depositado por Dios en la nueva nación de Israel liberada de Egipto, constituida así en el odre de Dios sobre la tierra. Desde ese día en adelante, Israel se comprometió a serle fiel a Dios, de manera que Él sería su Dios, y ellos serían su pueblo.
Para garantizar el buen desarrollo de lo pactado, Dios les dio leyes e instrucciones acerca de todos los tópicos, que incluía leyes morales, rituales y cultuales, sacerdotales, festivas, sanitarias, matrimoniales, políticas y jurídicas, hereditarias, etc., etc., tan minuciosas como lo ameritaran.
Pero el caso es que Dios sabía que ese pueblo jamás permanecería en ese pacto tan riguroso para el corazón humano; y que todo ese depósito divino registrado me piedras y en rollos de pergaminos, apenas constituían la sombra de las cosas venideras y verdaderas; las que habrían de cumplirse a partir de la encarnación del Verbo de Dios, en la persona del Señor Jesucristo.
Desde sus albores, y causa de sus continuas desobediencias y desacatos a Dios, Israel en su historia fue sufriendo diferentes e intermitentes opresiones por parte de los más conspicuos imperios mundiales, que a la sazón fueron Egipto, Asiria, Babilonia, Medo-Persia, Gracia y el Imperio Romano, hasta que en el año 70 del primer siglo de la era cristiana, dejó de existir como nación; y los pocos que sobrevivieron, después de perder su territorio, fueron esparcidos por todos los rincones de la tierra.
La anterior situación persistió hasta que se cumplió la promesa del Señor de recogerlos de nuevo y llevarlos a su tierra; hecho histórico que empezó a cumplirse el 14 de mayo de 1948, con la creación del moderno Estado de Israel.
Entonces, ante el fracaso del antiguo pacto, Dios había prometido, sobre todo por medio del profeta Jeremías, establecer un nuevo pacto con la casa de Efraín y con la casa de Judá, hecho cumplido a partir del sacrificio de Cristo en la cruz; de manera que las leyes y la voluntad de Dios fueron escritas, no ya en piedras, sino en el corazón de los que creyeren y nacieran de nuevo como ciudadanos del reino de los cielos. Eso significa que Dios trajo a la humanidad un vino nuevo, y para ello creó un odre nuevo para depositarlo, constituido por todos los redimidos por la sangre del Cordero de Dios, de todos los siglos.
En el curso de la historia, el nuevo odre de Dios ha pasado por una serie de períodos tormentosos, en medio de una guerra sin cuartel por ser acabado; pero el Señor promedió que, a pesar de todo eso, las puertas del Hades no permanecerían sobre la iglesia de Cristo. ¿Dónde, pues, ubicar el odre de Dios en estos tiempos? En las páginas de este corto trabajo tenemos esta importante respuesta.