
El Fantasma del Rio Grande
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Narrado por:
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Virtual Voice

Este título utiliza narración de voz virtual
Voz Virtual es una narración generada por computadora para audiolibros..
Mi camioneta continuó lentamente por el camino hacia una vieja casa de adobe, poco más grande de nueve metros cuadrados, que apareció más adelante. Daba la impresión de ser "una cabaña abandonada". Donde una vez hubo un pequeño porche, quedaban escalones vacíos con tablones secos—rotos y deteriorados con el paso del tiempo. La mitad del techo se había derrumbado dentro de la casa. Faltaba la puerta principal. La estructura había sido dejada a merced de la naturaleza—y estaba muy seguro de que no pocos animales callejeros se habían refugiado allí.
Según los registros de dónde había muerto mi bisabuelo, Fabriciano García, éste era el lugar correcto. Ésta fue la casa de su infancia.
Me acerqué a la casa y estacioné mi camioneta. Miré el medidor de temperatura exterior en el tablero—41 grados. Salí y me recibió una ráfaga de calor seco del desierto. Lentamente, me acerqué a la casa. Entré en lo que quedaba del porche y miré desde el umbral de la puerta abierta.
El sol traspasaba el techo faltante para iluminar el interior. Las vigas originales que sostenían el techo parecían estar intactas, pero era una incógnita cuánto tiempo más podrían resistir. Procedí a entrar con pasos cautelosos, asegurándome de no estornudar—no quería arriesgarme a que lo que quedaba del techo cayera sobre mí.
Una vez dentro, comencé a investigar. En la esquina había una vieja estructura de una cama de hierro con restos de un colchón, ahora hecho trizas con algunas hebras de paja que se asomaban a través del forro rasgado. Al lado había un tubo de escape roto donde una vez hubo un horno. El tubo estaba medio colgado en la pared, y la otra mitad estaba en el suelo. Donde una vez salía el tubo por el techo ahora albergaba un nido de pájaros abandonado.
En el centro de la casa de una habitación había una gran chimenea de piedra Rockfield. Me imaginé el hogar de metal de la chimenea, en su apogeo, centelleando con troncos ardientes que alguna vez calentaron la casa. Pero el único elemento que quedaba era un gancho de metal que sostenía una vieja cafetera, oxidada y cubierta de polvo con un enorme agujero en el fondo.
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