Camarada y Mártir a su pesar Audiolibro Por Alejandro Fernández Barrajón arte de portada

Camarada y Mártir a su pesar

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Camarada y Mártir a su pesar

De: Alejandro Fernández Barrajón
Narrado por: Virtual Voice
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Este título utiliza narración de voz virtual

Voz Virtual es una narración generada por computadora para audiolibros..
La insensatez humana puede llegar a cotas inimaginables cuando se pierden las referencias a los valores esenciales del ser humano que son los que nos han hecho progresar hasta poder llamarnos civilizados. De vez en cuando, un nubarrón oscuro se interpone en el cielo azulado de la historia y nos impide ver el horizonte anhelado y perdemos la orientación, el respeto a la diferencia y el control de nosotros mismos y convertimos el cielo azul en un rojo intenso que se parece más a la sangre que a la infinitud.

La historia está llena de casos semejantes y de personajes sangrientos pero con frecuencia, no aprendemos de ella; ignorar la historia es volver a repetirla inexorable-mente. Cosas de hombres.

La historia de España no podía ser menos. Así, entre acontecimientos de gran calado histórico y epopéyico, como la evangelización de América —digan algunos lo que digan— contamos también con episodios negros, a modo de pinturas goyescas, que nos hacen bajar la cabeza patriótica y reconocer que somos como somos y que, cuando nos falta la referencia a lo absoluto, puede sucedernos cualquier cosa.
Algo así nos ha sucedido en el siglo XX, 1936, con nuestra “incivil” guerra civil. Un episodio de horror que dividió y enfrentó a los españoles y regó de sangre las tierras de nuestro país. Una institución benemérita de las que más ha aportado a la cultura y desarrollo de España, la iglesia católica, fue atacada con saña en una erupción atroz de odio a la fe que ocasionó la muerte de cientos de hombres y mujeres de gran altura espiritual y humana que perdieron la vida por su condición de creyentes, sacerdotes y consagrados, y murieron perdonando a sus verdugos. La Iglesia siempre ha visto en el martirio la prueba suprema de amor a Jesucristo y de fidelidad a la fe y por eso propone enseguida a los mártires como modelos a imitar y candidatos a ser recordados en la memoria celebrativa de la iglesia. Los sacerdotes y religiosos martirizados en esta época se cuentan a cientos.“Sangre de mártires, semilla de cristianos”
Dicen algunos interesados ideológicamente que beatificar a los mártires es hacer política y resucitar fantasmas del pasado y abrir heridas ya cicatrizadas, pero sería una indecencia histórica olvidar —aunque siempre desde el perdón, la vida, el testimonio y la entrega por amor a la fe de estos héroes de la humanidad que, después de sufrir atroces torturas hasta la muerte, fueron capaces de morir perdonando a sus verdugos. Sólo como ejemplo para las nuevas generaciones, apegadas al calor del "botellón" y a pasarlo bien como ideal supremo, merece la pena rescatar sus memorias y sus testimonios aún a costa de que algunos ideologizados no consigan entenderlo. Es su problema. Muchos políticos e ideólogos dedican esculturas y calles a los que piensan como ellos, y parece oportuno. Nadie podrá usurpar a los cristianos el derecho a recordar con afecto y a homenajear con respeto a quienes fueron nuestros hermanos en la fe hasta la entrega de la vida. No los recordamos contra nadie —ellos perdonaron a sus verdugos— lo hacemos por nosotros para que su recuerdo mantenga en nuestros corazones esos mismos deseos de amor, de fidelidad y de perdón que nos ayuden a mejorar este presente vulgar y deshojado que nos ha tocado vivir. Esto es simplemente sana memoria histórica. El recuerdo de su muerte mantiene viva nuestra llama y nos interpela para que, de ser cristianos, lo seamos de verdad hasta la entrega, si es preciso, de la vida.
Biografías y Memorias
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