Vida y Resilencia de Noa

Su devenir en tiempo real

De: Cecilia María Vicuña Palacios

Narrado por: Virtual Voice

Noa, a los ocho meses de edad, quedó al cuidado de su madrina. Su niñez transcurrió en el campo con su tía abuela Soledad y su abuela materna Juanita. Su vida era sencilla y llena de afecto.
Su educación escolar recibió en una ciudad cercana y la secundaria en la capital de su país. Su adolescencia fue marcada por el matrimonio impuesto por su madre. Noa lo tuvo que aceptar con resiliencia.
A la edad de veinte años ya tenía tres hijos con quienes vivía en una hacienda con su tía abuela. Gracias a su resiliencia, Noa se adaptó a las actividades propias de la vida del campo. Su esposo viajaba constantemente por su trabajo. Salieron a la ciudad para la educación de sus hijos.
Noa y su esposo Hugo emigraron a los Estados Unidos. El viaje fue debido a la enemistad que se generó con el hermano mayor de Hugo. Durante su estadía de seis meses, Noa enfrentó muchas vicisitudes que pudo superar sólo a través de su resiliencia. Tras la corta estadía, Noa regreso a su país para cuidar a sus hijos.
Después de reunir el dinero por medio de la venta de bienes raíces, joyas y otros valores, logró gestionar un préstamo para construir una casa en la ciudad para sentar raíces. Nuevamente, su resiliencia le permitió lograr el objetivo propuesto su esposo trabajó allá durante seis años y enviaba fondos para la manutención de la familia.
La separación hizo que Noa optara por el divorcio. Cuando le comunicó sobre su decisión a Hugo, él retornó súbitamente y se posesionó de la casa con una actitud violenta y con amenazas. Noa y sus hijos se vieron obligados a huir a otra ciudad por su seguridad. Sus familiares les acogieron y les ayudaron. Vivieron en condición de refugiados. Estos eventos fueron superados con resiliencia.
Los derechos de Noa fueron irrespetados en varias ocasiones a lo largo de su vida, por eso, ella tiene empatía con otras mujeres y defiende la equidad y el respeto a todos los seres humanos.
Los ancestros de Noa le inculcaron el amor a la naturaleza y a la vida en general. El tiempo que permaneció en el campo le ayudó a fortalecer su pasión por la naturaleza en la que descubrió los primeros ejemplos de la resiliencia que se volvió parte de su vida.
Cuando se mudó a la ciudad comenzó a coleccionar plantas en macetas, y poco a poco fue descubriendo el arte del Bonsái. Cada árbol en miniatura, a través de su adaptación es un ejemplo de resiliencia. Desarrolló su afición, aprendiendo y practicando este “arte vivo” de manera constante por más de cuatro décadas, perteneciendo por más de veinte años al club de Bonsai de la ciudad, además, ha reproducido una gran cantidad de plantas ornamentales que expende en un pequeño negocio.
Noa desarrolló su resiliencia gracias a los eventos buenos y malos que vivió, especialmente como adolescente.