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Tenía cinco semanas cuando mis padres me trajeron a Venezuela. Terminé pasando mi primera década de vida allí, justo en el corazón tropical de ese país. Vivíamos en un campamento petrolero en medio de El Monte, una sabana selvática cerca del río Orinoco. Soy lo que la gente llama un niño de la tercera cultura, que básicamente significa alguien que pasa sus años de formación en un país extranjero. Mi crianza inusual ha influido mucho en mi escritura. Mi primer libro, Avery McShane, (publicado en marzo de 2012 por Bloomsbury) es un adorno de mis aventuras al crecer allí.
También he vivido en Ecuador, Bolivia y Argentina (ambos un par de veces), México, Irán y Estados Unidos. Después de recibir un título en Geología de la Universidad de California en Santa Cruz, pasé veinte años como geólogo y ejecutivo petrolero. En 2004 completé el Programa de Gestión Avanzada en Harvard Business School y comencé una breve carrera como consultor. Cuando la economía colapsó varios años después, comencé a escribir. No estoy seguro de por qué, pero me alegro de haberlo hecho. Nunca había escrito nada más que informes y memorandos hasta ese momento. Creo que pude lograrlo porque tenía muchas experiencias de las que sacar provecho: mi vida había sido una aventura genial tras otra.
Y que aventuras han sido: explorando en busca de petróleo en las selvas de la cuenca del Amazonas, perforando pozos en busca de gas natural en la Patagonia, viajando en barcos mercantes que rompen el hielo en el Mar Báltico, supervisando el embarque de barcos en puertos de en el norte de África, jugando fútbol profesional en Bolivia contra un equipo argentino protagonizado por un Maradona muy joven, y recaudando dinero en salas de juntas de los centros financieros de Europa. He estado en las ciudades más al norte y al sur del mundo, eludí a las guerrillas en Colombia, me enfrenté a la policía secreta en Irán, me apuntaron con un arma de la mafia en la cabeza en el sur de Rusia, incluso me atrincheraron en mi habitación de hotel para ver el Kremlin cuando dos guardias de seguridad rusos armados intentaron irrumpir en mi habitación en medio de la noche. Mi ceremonia de graduación de la escuela secundaria tuvo lugar en el mismo recinto de la embajada que los seguidores del ayatolá Jomeini invadieron en 1979, comenzando su infame enfrentamiento con los rehenes. Pero todas estas cosas y más sucedieron cuando ya era un adulto. Los eventos que realmente me dejaron la mayor impresión fueron los que tuvieron lugar durante mis años de formación, creciendo en América del Sur. Esos son los que más me inspiran. Son los que tejo en historias.
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