ENCRUCIJADAS SEXUALES Audiolibro Por Erlantz Gamboa arte de portada

ENCRUCIJADAS SEXUALES

Las leyendas urbanas que nunca nos contaron nuestros mayores

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ENCRUCIJADAS SEXUALES

De: Erlantz Gamboa
Narrado por: Virtual Voice
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Este título utiliza narración de voz virtual

Voz Virtual es una narración generada por computadora para audiolibros..

Acerca de esta escucha

¿Qué ocurre cuando una esposa descubre que la engañan? Lo normal es que arañe al infiel, o le sacuda un trancazo de muerte. Claro que las hay civilizadas, y se contentan con echarlo de casa, y verlo recoger cuatro trapos de la acera, mismos que ella lanza desde la ventana. Luego el fulano se va a un hotel, y calcula que la infidelidad le saldrá más cara que un palacio en Francia, pues ya no tiene departamento ni auto, aunque continúe pagando ambos durante unos años. Y lo peor es que su amante lo abandona, porque un casado puede resultar seductor, incluso emocionante, por eso del riesgo; pero un prospecto de divorciado no gusta a nadie. Para que no suceda esto, no hay que casarse. Lo malo estriba en las necesidades fisiológicas, o una falacia que algunos llaman amor; por lo que se termina compartiendo departamento con el enemigo. Juan Carlos, Juanca para los íntimos, era muy astuto, y eligió matrimonio sin compromiso, esta moda de "vivir juntos para ver si congeniamos". O no fue su idea, pero se dio así, y dejaron la boda para después. Claudia quería algo espectacular, y la economía no permitía lujos. Para que el compromiso aparentase ser serio, compraron los anillos, y fingieron ser cónyuges. Como no especificaron "el después"; no supieron qué hacer, al suceder algo que no estaba estipulado en las reglas no escritas. Habían convivido ya un año cuando ella lo atrapó acostado con otra. La engañada lo tomó bien, dentro de lo que cabe. Lo echó sin patadas, y no le insultó siquiera. Únicamente le dijo: "me las pagarás, cochino". A ella ni le dirigió un improperio. Nos referimos a la otra, la culpable de que Claudia encontrase a su “marido” en la cama a las cinco de la tarde de un día laborable. Hay que explicarse. Juanca trabajaba como auditor en un banco, revisando cuentas, depósitos y demás, para evitar que algunos billetes se perdiesen entre los dedos de los empleados o abonasen intereses ajenos a sus cuentas personales. Claudia trabajaba en el mismo departamento, en un puesto de mayor jerarquía. De hecho, allí se conocieron, se gustaron y se asociaron en la compra de un frigorífico. Todo iba bien, ya que él la engañaba muy discretamente, con una amiga de la universidad, que estaba casada con un tipo que viajaba toda la semana. Eran encuentros muy esporádicos, porque Claudia no se despistaba mucho, y cuestionaba cualquier horario no muy convincente. La duda socavaba su seguridad en la fidelidad su esposo. Pero apareció la pérfida Alejandra.
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