• La conversión y las finanzas

  • Jun 1 2023
  • Duración: 13 m
  • Podcast
La conversión y las finanzas  Por  arte de portada

La conversión y las finanzas

  • Resumen

  • La conversión y las finanzas Lucas 19:8: “—He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres y, si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.”. Cuando el Espíritu de Dios entra a nuestra vida, al momento que nos arrepentimos de nuestros pecados y somos perdonado por Dios, ocurren instantáneamente varios sucesos sobrenaturales en el interior del ser humano. La Biblia claramente identifica lo que sucede internamente en la persona cuando ésta es perdonada de sus pecados. Entre otros cambios, ocurre una regeneración, o nuevo nacimiento (2 Corintios 5:17), esto significa que la persona es hecha totalmente nueva y transformada en su interior a la imagen de Cristo. También ocurre una conversión (Hechos 3:19), esto es que la persona cambia de dirección en su vida. Cambia de un estado pecaminoso a uno de santidad, de un comportamiento de corrupción a uno de pureza. Eso que sucede en el interior de la persona regenerada, convertida y transformada en lo espiritual se hace evidente de varias maneras. No sólo es un cambio de mentalidad y en los deseos del corazón; sino que también se demuestra con un cambio radical en los hábitos, las prácticas y las actitudes para con todo y con todos. Esto es, se hace notable un cambio en nuestra relación con Dios, con el mundo, con el prójimo, con nosotros mismos y aún con lo material. Cuando realmente hemos pasado por el arrepentimiento y la conversión, la Biblia nos exhorta a lo que dice Mateo 3:8 (PDT): “Vivan de tal manera que demuestre que realmente han cambiado.”. Esa demostración de cambio es lo que la Biblia también llama “fruto digno de arrepentimiento”. Y ese “fruto” es justamente una evidencia para evaluar la autenticidad en la conversión de una persona. Así lo dice Mateo 7:20: “Así que, por sus frutos los conocerán.”. Es notable que el arrepentimiento y la conversión están estrechamente relacionados con nuestra perspectiva y trato con los bienes materiales. Así como ocurre un cambio en la vida interior de la persona regenerada por Dios, también sucede lo mismo en la vida exterior y en nuestra relación con las posesiones. La Biblia nos muestra un par de ejemplos que ilustran esta conversión y su evidencia en la relación con lo material. El primero lo encontramos en Lucas 3:10-14. Juan el Bautista predicaba que el arrepentimiento se debía demostrar en la forma como el hombre administra sus posesiones. En ese pasaje leemos lo siguiente: “10 Las multitudes le preguntaban diciendo: —Pues, ¿qué haremos? 11 Respondiendo les decía: —El que tiene dos túnicas dé al que no tiene, y el que tiene comida haga lo mismo. 12 También fueron unos publicanos para ser bautizados y le preguntaron: —Maestro, ¿qué haremos? 13 Él les decía: —No cobren más de lo que les está ordenado. 14 También unos soldados le preguntaban diciendo: —Y nosotros, ¿qué haremos? Él les dijo: —No hagan extorsión ni denuncien falsamente a nadie, y conténtense con sus salarios.”, Notemos como Juan contrasta la avaricia vs la generosidad, la injusticia vs la justicia, la extorsión vs compensar, el falso testimonio vs la honestidad, el descontento vs el contentamiento. Es decir, que una persona convertida cambiará radicalmente su actitud y relación con lo material de este mundo. Otro ejemplo lo encontramos en la conversión de Zaqueo, en Lucas 19:8-9. Cuando Zaqueo recibió a Jesús en su casa hizo un compromiso: “—He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres y, si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.”. La respuesta de Cristo fue: “—Hoy ha venido la salvación a esta casa,”. Nuevamente vemos que nuestra administración de lo material es una manifestación de nuestra condición espiritual. Una persona realmente convertida a Cristo será diferente en su relación con los bienes materiales comparada con la relación que tenía antes de Cristo. Quien no haya cambiado en esa área o bien, en realidad no se ha convertido, o no ha dejado de ser carnal en su amor por el dinero y las posesiones. Que Dios nos ayude a dar buen testimonio. ¡Dios les bendiga!
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